La arquitectura del paisaje está en su mejor momento. La reciente prueba: la semana pasada, el Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos decidió acreditar el campo con su prestigioso designación STEM. Como parte de las disciplinas educativas de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas (STEM) que entran en esta categoría, los estudiantes de arquitectura del paisaje ahora pueden dedicar 24 meses en lugar de 12 buscando empleo y capacitación después de graduarse en Estados Unidos. El título también promete más prestigio para los graduados, salarios de entrada más altos y mayor flexibilidad profesional. Torey Carter-Conneen, CEO de la Sociedad Estadounidense de Arquitectos Paisajistas (ASLA), califica el desarrollo como un avance significativo para la "educación y práctica de la arquitectura del paisaje, y eso es genial para Estados Unidos y la comunidad global".
La noticia corresponde a un creciente énfasis en la arquitectura del paisaje como una práctica fundamental en todo el mundo en los últimos años, una práctica que está estrechamente relacionada con las nociones de salud pública, diseño ambiental, biofilia, sostenibilidad y repoblación forestal. También subraya la relación íntima entre la tecnología y la disciplina. Las propuestas de paisaje cada vez más se basan en la ciencia y tecnología avanzadas para predecir cómo las intervenciones ecológicas pueden alterar un terreno existente y determinar qué medidas producirán el mayor beneficio tanto para los humanos como para la naturaleza. El ideal contemporáneo de praderas silvestres y bosques biodiversos puede existir libres de influencia externa, pero el camino para llegar allí desde un punto de partida urbano requiere asistencia.
La arquitectura siempre ha tenido una relación complementaria, ocasionalmente codependiente, con el agua. La Domus romana, los baños de Diocleciano y Caracalla en Roma y la Villa Adriana en Tivoli son algunos ejemplos históricos destacados de cómo el agua influyó en el diseño de la arquitectura compositiva. En un contexto más moderno, Frank Lloyd Wright diseñó un refugio residencial en el que el agua es su protagonista, redefiniendo la relación entre el hombre, la arquitectura y la naturaleza. Hoy en día, a medida que los arquitectos centran su atención en una práctica más contextual, sostenible y orientada al usuario, el uso del agua en la arquitectura se ha vuelto indiscutible; enfriando los espacios interiores, proporcionando aire acondicionado natural cuando se combina con plantas, exudando una sensación de tranquilidad y sirviendo como un elemento decorativo orgánico.
Ambientes que inspiran, promueven el bienestar y estimulan la conexión con la naturaleza. El paisajismo biofílico en espacios de aprendizaje reconoce la importancia de este vínculo para el desarrollo de los estudiantes, ya que beneficia el bienestar, el desempeño académico y la salud de las personas. A continuación, seleccionamos ocho proyectos que incorporan elementos naturales en las aulas para dar a conocer las cualidades que estos espacios pueden contener.
El clima tropical es famoso por la exuberancia de su flora. No es casualidad que los proyectos arquitectónicos realizados en la región mantengan un diálogo constante entre la naturaleza y el entorno construido. Después de todo, no es nuevo cómo la biofilia agrega varios beneficios al usuario. Sin embargo, las altas temperaturas, las lluvias frecuentes y los altos niveles de humedad en el clima presentan desafíos únicos para reconciliar la conexión entre el interior y el exterior mientras se construyen viviendas que sean cómodas y eficientes a lo largo del tiempo. En la búsqueda de soluciones que satisfagan las necesidades y demandas, realizamos una selección con proyectos residenciales que se apropian del contexto para volverse únicos en este entorno.
El diseño de oficinas que incorporan la biofilia no es solo una tendencia pasajera. Más bien representa un cambio sísmico en cómo diseñamos y construimos nuestros espacios y entornos de trabajo. Cada empleador, desde gigantes multinacionales de la industria hasta startups de dos personas, se está subiéndo al carro. Pero este carro cargado de empatía y enfoque en el bienestar aún tiene mucho espacio en la parte trasera.
Desde las primeras civilizaciones, la naturaleza ha sido un pilar fundamental para servir como habitat natural a la humanidad, ofreciendo refugio, comida y medicamentos. En los tiempos modernos, la revolución industrial y la tecnológica se apoderaron del panorama, reestructurando el modo en que los humanos interactúan con la naturaleza. Sin embargo, hoy en día y debido a los acontecimientos que hemos experimentado como sociedad, resulta necesario enfocarnos en crear ciudades y espacios que integren a la naturaleza en el día a día.
Los humanos están programados para responder positivamente a la naturaleza; el crepitar del fuego, el olor a lluvia fresca en el suelo, las características medicinales de las plantas y el color verde, la proximidad de los animales, etc. Esto, junto con las condiciones ambientales críticas de la actualidad y la rápida urbanización, ha cambiado el enfoque de los arquitectos hacia diseños ecológicamente conscientes que acercan a las personas a la naturaleza. Exploraron varios enfoques: estructuras de tierra apisonada, materiales y muebles reciclados, diseños guiados por la luz del sol... La práctica estaba tan impulsada por la ola verde que las líneas se difuminaron entre lo que es verdaderamente sostenible y ecológico y lo que es el greenwashing. Pero lo que proporcionó la conexión biológica más innata con la naturaleza fue la biofilia y el acto de "traer el exterior hacia adentro" a través del diseño.
Una planta hace toda la diferencia: Tanto sus colores y texturas, como sus movimientos y su floración. El verde en el interior de las casas ofrece varios beneficios. Sin embargo, además de saber qué especies son más fáciles de cultivar, buscar formas más efectivas de combinarlas con el entorno puede mejorar la experiencia espacial. Por eso, te señalamos algunos consejos a la hora de colocar jarrones y macetas en tu vivienda.
Desde las primeras civilizaciones, la naturaleza ha sido un pilar fundamental para servir como habitat natural a la humanidad, ofreciendo refugio, comida y medicamentos. En los tiempos modernos, la revolución industrial y la tecnológica se apoderaron del panorama, reestructurando el modo en que los humanos interactúan con la naturaleza. Sin embargo, hoy en día y debido a los acontecimientos que hemos experimentado como sociedad, resulta necesario enfocarnos en crear ciudades y espacios que integren a la naturaleza en el día a día.
2022 podría ser recordado como el año en que sorprendentes herramientas impulsadas por inteligencia artificial se hicieron accesibles a un público más amplio: desde generación de imágenes a partir de texto con Stable Diffusion, Midjourney y DALL-E 2 hasta inquietantes experimentos de diseño como This House Does Not Exist y OpenGPT, un modelo de inteligencia artificial diseñado para procesar el lenguaje y generar texto similar al humano.
Descrito por Sam Altman, CEO de OpenAI, como "un adelanto sobre [cómo será] el progreso", cualquier usuario puede hablar con OpenGPT sobre casi cualquier cosa: los resultados son asombrosos y puede encarnar fácilmente la enésima supuesta amenaza para los trabajos relacionados con la creatividad. Sin embargo, OpenGPT no tiene acceso a navegar por Internet. En su lugar, interactúa basándose en la gigantesca base de datos en la que ha sido entrenado. Como expresó Eric Ulken, de Gannett, "incluso las mejores herramientas de IA generativa son tan buenas como su entrenamiento", así que la definición de una "petición inapropiada" también ha sido previamente entrenada (por humanos).
A medida que finalizamos 2022, revisamos cómo este año se introdujeron nuevas adaptaciones a la forma en que vivimos, trabajamos e interactuamos con nuestro entorno construido, especialmente después de emerger de años de cambios sin precedentes. Una forma de describir la identidad del diseño de este año es que no hay una. Atravesando este período de transición, la inspiración provino de viajes al extranjero, mundos virtuales inmersivos, el planeta y la serenidad que lo acompaña, plataformas que promueven el expresionismo y la individualidad, y una generación de personas que marca tendencia por sus perspectivas audaces.
Según el Informe Mundial de la Felicidad, Dinamarca lleva años liderando la encuesta de los países más felices. Copenhague, la capital de Dinamarca, es conocida por sus coloridos edificios frente al mar y su arquitectura contemporánea radical, que reflejan el espíritu alegre de la ciudad. La metrópolis marítima es el caso de estudio favorito de un diseñador urbano con infraestructura neutra en carbono, facilidad para peatones y ciclistas y una esfera pública próspera. Los diseñadores daneses descifraron el código para construir ciudades más felices, dejando muchos modelos por aprender.
Las últimas dos décadas han introducido al mundo nuevas formas de vida como resultado de diferentes cambios sociales, económicos y ecológicos. Naturalmente, estos cambios encontraron su camino en la arquitectura y la práctica urbana, provocando nuevos conceptos dentro de las tipologías tradicionales. El diseño de un espacio, independientemente de su función, siempre ha priorizado las necesidades de los usuarios y ha garantizado la practicidad y la funcionalidad, pero recientemente, palabras clave como flexibilidad, privacidad, inclusión y conciencia ecológica se han convertido en fuerzas impulsoras detrás de los procesos de diseño. En este enfoque interior, veremos cómo las ciudades actuales y las tendencias de vida en todo el mundo han reformado el diseño de interiores e introducido modificaciones en las tipologías tradicionales.
El diseño biofílico es capaz de mejorar el bienestar de los usuarios de un espacio a partir de la reconexión con la naturaleza. Cuando esta práctica se ubica en oficinas y talleres, esta propiedad se traduce en múltiples beneficios. Después de todo, además de las cualidades emocionales que puede aportar la vegetación, tiene la capacidad de filtrar el ruido, la iluminación y permitir un clima más templado, lo que da como resultado una productividad del equipo y servicios más optimizados.
Ya sea un pequeño balcón, el acceso a un espacio verde o un jardín privado, el espacio al aire libre se ha convertido en un privilegio para muchos, especialmente en los albores de la pandemia de Covid-19 y los múltiples períodos de confinamiento que siguieron. Los espacios verdes en la ciudad están constantemente bajo amenaza, particularmente porque los gobiernos buscan aumentar la densidad de viviendas para satisfacer la creciente demanda de desarrollo suburbano. Como resultado, el jardín y el acceso a los espacios verdes y al aire libre ha disminuido en los últimos tiempos, ya que las prioridades se encuentran en la vivienda y su producción en la mayor cantidad posible, a menudo sin tener en cuenta sus beneficios como el acceso a las áreas exteriores en los desarrollos residenciales.
En términos de calidad de vida, la falta de acceso a estos espacios presenta desigualdades evidentes, que se han descubierto durante los períodos de confinamiento y restricciones que demandó la pandemia. Las personas estaban confinadas en sus casas y espacios al aire libre locales, donde podían hacer ejercicio. Aquellos que tenían acceso a estos espacios públicos y tenían sus propios jardines o espacios exteriores tuvieron mucha suerte en el sentido de que pudieron disfrutar de un elemento del exterior. Mientras que los menos afortunados en pisos y áreas más ajustadas se enfrentaron a condiciones claustrofóbicas y desmoralizantes, contenidos dentro del caparazón de sus hogares.
Mirando hacia el futuro de nuestro entorno construido, elegir solo un enfoque simplemente no funcionará. Problemas como el aumento del nivel del mar, las temperaturas y la escasez de agua en las comunidades urbanas necesitan soluciones localizadas que tengan en cuenta los problemas de sostenibilidad, cultura y salud pública. Habiendo investigado la infraestructura vernácula en comunidades nativas para su libro Lo-TEK. Design by Radical Indigenism, la diseñadora Julia Watson se especializa en tecnologías locales basadas en la naturaleza que son inherentemente adaptables y resistentes. Hablamos con ella sobre el futuro de nuestras ciudades, los materiales de construcción y su último proyecto para Our Time on Earth – una exposición y turismo de cinco años que acaba de inaugurarse en el Barbican Centre de Londres para investigar cómo las ideas colaborativas y radicales en la forma en que vivimos puede llevarnos a un lugar mucho mejor para el año 2040.
La biodiversidad se ha vuelto omnipresente en las descripciones de los proyectos como otra marca más de los logros ambientales del diseño. El creciente enfoque en la sostenibilidad inspirado en los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU impulsa una comprensión más profunda de lo que significa la biodiversidad en los entornos urbanos y cómo la arquitectura y el diseño urbano pueden contribuir activamente a ella. Con las tasas de extinción de especies aumentando vertiginosamente y la urbanización continua sobre terrenos naturales, las ciudades se convierten en un factor esencial para mantener la biodiversidad. A continuación, se explora cómo el entorno construido puede fomentar hábitats de múltiples especies.
En la medida que el 2021 llega a su fin, miramos hacia atrás y vemos cómo este año introdujo nuevas normalidades y también planteó nuevas preguntas sobre cómo podría ser el futuro del entorno construido. En retrospectiva, lo cierto es que no ha cambiado mucho el lugar donde la gente pasa la mayor parte de su tiempo. Tras los constantes cambios en las restricciones de transporte y la continuación de la pandemia, las personas reconocieron que la mayor parte de su tiempo lo pasarían en interiores, por lo que decidieron adaptar sus espacios de vida y trabajo en consecuencia.
Estos cambios bruscos en el estilo de vida obligaron a las personas a tomar conciencia de que el espacio que habitan tiene una gran influencia en su bienestar físico y mental, por lo que comenzaron a optar por características que promueven la sensibilidad, la calma, el optimismo y la alegría, emociones que contrarrestan los eventos incongruentes y problemáticos que tienen lugar en el mundo exterior y ofrecen una sensación implícita de escapismo.