
Cada año, Burning Man transforma el Desierto de Black Rock de Nevada en una ciudad temporal donde grandes instalaciones definen tanto el paisaje como la experiencia colectiva. Sirviendo como plataforma para el diseño experimental, el evento reúne a artistas, arquitectos y equipos interdisciplinarios para crear obras que difuminan los límites entre la escultura y la arquitectura. Estas estructuras temporales a menudo funcionan como espacios de reunión, monumentos o entornos inmersivos, encarnando el principio rector del festival de la impermanencia.
La edición 2025 presentó proyectos que examinaron temas de ecología, memoria y conectividad mientras respondían a los desafíos de construir en el desierto. Desde piezas interactivas íntimas hasta grandes monumentos, las instalaciones fomentaron la reflexión, la participación y el compromiso comunitario antes de desaparecer al cierre del evento.





