Desde las primeras civilizaciones, la naturaleza ha sido un pilar fundamental para servir como habitat natural a la humanidad, ofreciendo refugio, comida y medicamentos. En los tiempos modernos, la revolución industrial y la tecnológica se apoderaron del panorama, reestructurando el modo en que los humanos interactúan con la naturaleza. Sin embargo, hoy en día y debido a los acontecimientos que hemos experimentado como sociedad, resulta necesario enfocarnos en crear ciudades y espacios que integren a la naturaleza en el día a día.
2022 podría ser recordado como el año en que sorprendentes herramientas impulsadas por inteligencia artificial se hicieron accesibles a un público más amplio: desde generación de imágenes a partir de texto con Stable Diffusion, Midjourney y DALL-E 2 hasta inquietantes experimentos de diseño como This House Does Not Exist y OpenGPT, un modelo de inteligencia artificial diseñado para procesar el lenguaje y generar texto similar al humano.
Descrito por Sam Altman, CEO de OpenAI, como "un adelanto sobre [cómo será] el progreso", cualquier usuario puede hablar con OpenGPT sobre casi cualquier cosa: los resultados son asombrosos y puede encarnar fácilmente la enésima supuesta amenaza para los trabajos relacionados con la creatividad. Sin embargo, OpenGPT no tiene acceso a navegar por Internet. En su lugar, interactúa basándose en la gigantesca base de datos en la que ha sido entrenado. Como expresó Eric Ulken, de Gannett, "incluso las mejores herramientas de IA generativa son tan buenas como su entrenamiento", así que la definición de una "petición inapropiada" también ha sido previamente entrenada (por humanos).
Ya sea un pequeño balcón, el acceso a un espacio verde o un jardín privado, el espacio al aire libre se ha convertido en un privilegio para muchos, especialmente en los albores de la pandemia de Covid-19 y los múltiples períodos de confinamiento que siguieron. Los espacios verdes en la ciudad están constantemente bajo amenaza, particularmente porque los gobiernos buscan aumentar la densidad de viviendas para satisfacer la creciente demanda de desarrollo suburbano. Como resultado, el jardín y el acceso a los espacios verdes y al aire libre ha disminuido en los últimos tiempos, ya que las prioridades se encuentran en la vivienda y su producción en la mayor cantidad posible, a menudo sin tener en cuenta sus beneficios como el acceso a las áreas exteriores en los desarrollos residenciales.
En términos de calidad de vida, la falta de acceso a estos espacios presenta desigualdades evidentes, que se han descubierto durante los períodos de confinamiento y restricciones que demandó la pandemia. Las personas estaban confinadas en sus casas y espacios al aire libre locales, donde podían hacer ejercicio. Aquellos que tenían acceso a estos espacios públicos y tenían sus propios jardines o espacios exteriores tuvieron mucha suerte en el sentido de que pudieron disfrutar de un elemento del exterior. Mientras que los menos afortunados en pisos y áreas más ajustadas se enfrentaron a condiciones claustrofóbicas y desmoralizantes, contenidos dentro del caparazón de sus hogares.
Mirando hacia el futuro de nuestro entorno construido, elegir solo un enfoque simplemente no funcionará. Problemas como el aumento del nivel del mar, las temperaturas y la escasez de agua en las comunidades urbanas necesitan soluciones localizadas que tengan en cuenta los problemas de sostenibilidad, cultura y salud pública. Habiendo investigado la infraestructura vernácula en comunidades nativas para su libro Lo-TEK. Design by Radical Indigenism, la diseñadora Julia Watson se especializa en tecnologías locales basadas en la naturaleza que son inherentemente adaptables y resistentes. Hablamos con ella sobre el futuro de nuestras ciudades, los materiales de construcción y su último proyecto para Our Time on Earth – una exposición y turismo de cinco años que acaba de inaugurarse en el Barbican Centre de Londres para investigar cómo las ideas colaborativas y radicales en la forma en que vivimos puede llevarnos a un lugar mucho mejor para el año 2040.
Los edificios de madera se celebran regularmente por su apariencia sostenible, ya que el dióxido de carbono extraído de la atmósfera por los árboles queda atrapado en la estructura del edificio. Pero, ¿y si pudiéramos hacerlo mejor, diseñar edificios que no solo retengan carbono, sino que absorban activamente dióxido de carbono para reforzar su estructura? En este artículo, publicado originalmente por la Federación Internacional de Arquitectos Paisajistas como "Baubotanik: Biodiseño de inspiración botánica", Ansel Oommen explora la teoría y las técnicas de Baubotanik, un sistema de construcción de árboles vivos que busca lograr precisamente eso.
Los árboles son los guardianes altos y silenciosos de nuestra narrativa humana. Pasan toda su vida respirando por el planeta, manteniendo varios ecosistemas, mientras brindan servicios esenciales en forma de alimentos, refugio y medicinas. Sus resistentes ramas elevan tanto el cielo como nuestros espíritus. Su grandeza reflejada en el viejo musgo es testimonio del paso de los años y de los siglos, tanto que imaginar un mundo sin árboles es como imaginar un mundo sin vida.
Entonces, para continuar existiendo, la humanidad no solo debe coexistir con la naturaleza, sino también ser su benefactora activa. En Alemania, esta alianza se encuentra a través de Baubotanik, o Construcciones con Plantas Vivas. Creado por el arquitecto Dr. Ferdinand Ludwig, la práctica se inspiró en el antiguo arte de la escultura de árboles.
La obra más reciente de Kengo Kuma en Milán, Italia, ya comenzó su construcción. Se trata de "Welcome, feel at work", una oficina biofílica para al empresa Europa Risorse, que pretende proporcionar un espacio de trabajo centrado en la salud y el bienestar de los empleados, integrado en su entorno local. Imaginado como uno de los desarrollos de oficinas más sostenibles hasta la fecha, el proyecto está previsto para concluirse en 2024.
¿Cuántos cambios han realizado en su espacio interior durante este último año? Ya sea que se tratara de un cambio de disposición de los muebles, volver a pintar las paredes, agregar más artefactos de iluminación o tal vez incluso quitarlos, después de pasar tanto tiempo en un lugar, el espacio en el que una vez teían costumbre ya no tenía sentido. Podríamos culpar a la situación general por cómo nos hemos sentido últimamente, pero de hecho, el entorno interior juega un papel muy importante en cómo nos sentimos o nos comportamos también. Sin embargo, si se preguntaba por qué algunas y algunos vecinos parecen mucho más tranquilos y serenos incluso en medio de una pandemia, podría deberse a que el interior es más verde en el otro lado de la puerta.
Si una persona imaginara un entorno completamente relajado, lo más probable es que la primera imagen que se le venga a la mente es un lugar rodeado de naturaleza, algo cercano a un bosque, las montañas, el mar o un prado. Difícilmente imaginará una oficina o un centro comercial como una fuente de confort y relajación. Aún así, la mayoría de las personas pasan casi el 80-90% de su tiempo en interiores, moviéndose entre sus casas y sus lugares de trabajo.
Por esta razón, los arquitectos y diseñadores están recurriendo cada vez más a la 'biofilia' como una fuente de inspiración que promueve el bienestar, la salud y el confort emocional.
La Agencia de Protección Ambiental estima que los estadounidenses pasan el 90 por ciento de su tiempo en espacios interiores. Esto nos desconecta del mundo exterior y nos afecta completamente, desde la productividad hasta la salud mental. Además, se potencian algunos problemas físicos, como la mala circulación o la inhalación de contaminantes presentes en el aire.
Un método para reconstruir nuestra conexión con la naturaleza es mediante el uso de elementos vivos. Por ejemplo, las paredes de musgo vivo utilizan una de nuestras plantas más antiguas para aumentar el bienestar general de los espacios y mejorar su apariencia visual.
En su formidable libro de cuatro volúmenes, The Nature of Order(La naturaleza del Orden), Christopher Alexander habla sobre una arquitectura inteligente, que responde a las necesidades y sensibilidades humanas a través de la adaptación a los edificios y la naturaleza existentes. Esta es una nueva forma de ver el mundo, una forma de conectarse con él y con nosotros mismos, muy similar a las formas más antiguas de conexión.
https://www.archdaily.cl/cl/907710/para-poder-juzgar-un-edificio-hay-que-hacerse-una-pregunta-te-hace-sentir-mas-vivo-o-menos-vivoNikos A. Salingaros & Kenneth G. Masden II