
-
Arquitectos: Riccioppo Arquitetura
- Área: 500 m²
- Año: 2025
-
Proveedores: Foratto, INTERPAM+LUZ, Marmoarte, Via Condotti

¿Qué lógicas y dinámicas envuelven la concepción de una arquitectura en diálogo con el territorio y el paisaje? ¿Cómo la topografía determina el proceso de diseño y desarrollo de los proyectos arquitectónicos? Fundada en Santiago de Chile hacia el año 2012, la oficina de arquitectura WHALE! trabaja considerando los conceptos de territorio y paisaje como ejes de estudio y reflexión en la búsqueda de entender como la arquitectura no solo es capaz de diseñar espacios sino también de dar forma a la manera en que los seres humanos viven, sienten y se relacionan con el mundo.

Toda normativa nace con una intención clara: establecer un punto de partida. Es una forma de fijar un mínimo, de ordenar aquello que antes quizá se asumió de forma implícita o carecía de un marco común. Pero, como todo lo que involucra a la arquitectura —y especialmente nuestra forma de habitar—, estos marcos también evolucionan: se amplían, se ajustan y se vuelven más detallados en torno a nuevos modelos de vivienda sostenible. Este es el caso de la nueva normativa térmica en Chile, que no surge de cero, sino que forma parte de un proceso continuo que ha ido incorporando progresivamente nuevos criterios de eficiencia energética, contenidos en la Ordenanza General de Urbanismo y Construcción (OGUC).

Un buen diseño debe adaptarse a las necesidades de sus usuarios, a la misma vez que el diseño participativo busca reducir la distancia entre los arquitectos y quienes habitarán los proyectos. En este sentido, los proyectos dirigidos a la infancia que integran a los niños y niñas como actores centrales en el proceso de diseño muestran cómo la escucha activa y la co-creación se traducen en espacios a escala infantil y pensados para una etapa de intenso aprendizaje.
Ya sean jardines infantiles, escuelas, centros comunitarios o espacios públicos, los proyectos que cuentan con la participación de niños muestran cómo el proceso de diseño puede convertirse en un intercambio enriquecedor para ambas partes. Por un lado, los niños pueden aprender sobre materiales, escalas, toma de decisiones y desarrollar conciencia espacial. Por otro, los arquitectos responsables de materializar los deseos y necesidades de los jóvenes usuarios pueden ejercitar la sensibilidad y la imaginación, y reconocer una visión del mundo distinta, enfocada en el descubrimiento. Todo esto es posible mediante la escucha y el diálogo abierto entre diferentes grupos etarios.




Cuando se trata de diseñar para la imaginación de un niño, el ámbito arquitectónico presenta dos filosofías distintas. Disneyland y Studio Ghibli, ambos maestros en el arte de contar historias imaginativas, representan esta división central. Sus enfoques, lejos de ser accidentales, reflejan diferentes visiones sobre cómo los niños experimentan y se relacionan con el espacio. Uno ofrece un espectáculo de fantasía construida, mientras que el otro propone un paisaje para la magia potencial. Estos dos modelos plantean a los arquitectos una elección fundamental a la hora de abordar este tipo de proyectos: diseñar espacios que respondan a la necesidad innata de los niños de descubrimiento sensorial y personal, o crear una fantasía que apele a su creciente capacidad de comprender narrativas y espacios más complejos.

