
Aldo van Eyck y Lina Bo Bardi fueron dos figuras subversivas. Sus visiones de colectividad y juego, aunque aplicadas en estructuras muy distintas, tenían como principal punto en común una idea de arquitectura que va más allá del diseño. Un espacio que se hace vivo por la apropiación, por el movimiento y por el intercambio. Desde los parques infantiles holandeses hasta el museo paulista, los ideales de los arquitectos se entrelazan, fortaleciendo la idea de una arquitectura donde cualquier persona se convierte en niño.




