Adolescentes codiseñan y construyen sus espacios públicos en Beirut, junio de 2024. Imagen Cortesía de CatalyticAction
Make Space for Girls (MSFG) es una organización benéfica con sede en Londres que aboga por que los espacios públicos y parques en el Reino Unido sean más inclusivos para las adolescentes. La organización realiza investigaciones sobre cómo se utilizan y diseñan los espacios públicos, genera conciencia sobre las desigualdades percibidas en su uso y colabora con instituciones públicas y privadas para promover la representación de las adolescentes en la planificación y el diseño de entornos al aire libre. Su investigación indica que su exclusión del diseño de parques y espacios públicos a menudo las deja sin lugares donde se sientan bienvenidas o valoradas, y que los parques y espacios públicos para niños mayores y adolescentes están actualmente diseñados para el hombre por defecto. Del 8 al 15 de octubre, la organización está llevando a cabo una campaña de recaudación de fondos para apoyar la implementación de su nueva estrategia de tres años destinada a promover espacios públicos más inclusivos.
Lina Bo Bardi / Preliminary Study – Practicable Sculptures for the Belvedere at Museu Arte Trianon, 1968. Credit line: Doação Instituto Lina Bo e P.M. Bardi, 2006. Cortesía de MASP.
Aldo van Eyck y Lina Bo Bardi fueron dos figuras subversivas. Sus visiones de colectividad y juego, aunque aplicadas en estructuras muy distintas, tenían como principal punto en común una idea de arquitectura que va más allá del diseño. Un espacio que se hace vivo por la apropiación, por el movimiento y por el intercambio. Desde los parques infantiles holandeses hasta el museo paulista, los ideales de los arquitectos se entrelazan, fortaleciendo la idea de una arquitectura donde cualquier persona se convierte en niño.
¿Y si la mejor forma de jugar no fuera la más segura? Durante décadas, las ciudades han construido parques infantiles limpios, coloridos y fáciles de supervisar. Sin embargo, estos espacios—diseñados más para tranquilizar a los adultos que para despertar la curiosidad de los niños—suelen despojar al juego de lo que lo hace realmente transformador: el riesgo, la imprevisibilidad y la autonomía. Los crecientes estándares de seguridad, la reducción del espacio público y la comercialización del equipamiento han limitado aún más las posibilidades de la exploración independiente. Desde un solar en ruinas en la Copenhague de los años 40 hasta los paisajes de hormigón en el Ámsterdam de la posguerra, arquitectos, urbanistas y activistas se atrevieron a desafiar la idea de que el juego debía ser limpio y controlado. Sus propuestas poco convencionales—hechas de materiales sueltos, formas abstractas y recursos improvisados—ofrecieron a los niños la libertad de construir, demoler, explorar y ensuciarse.
El juego trasciende su dimensión recreativa y se convierte en un acto social que anima a los niños a aprender, interactuar, ser creativos y vincularse con su entorno espacial. Como señala Johan Huizinga en Homo Ludens, es un elemento fundamental de la cultura, donde los niños crean vínculos y exploran formas de coexistencia. De este modo, cuando la arquitectura de los espacios de juego excluye ciertos cuerpos o modos de participación, la experiencia colectiva se fragmenta y pierde parte de su significado. Así, diseñar con la inclusión en mente implica reconocer que el valor real del juego reside en su potencial de ser compartido por todos.
https://www.archdaily.cl/cl/1033424/patios-de-recreo-inclusivos-todos-pueden-jugar-a-traves-de-la-arquitecturaEnrique Tovar
En las comunidades indígenas de América del Sur, el lugar del niño es donde él desea estar. Los bebés gatean por el suelo de tierra, se acercan a las fogatas, investigan hormigueros, experimentan el mundo con todo su cuerpo. Aprenden sintiendo: descubren límites, reconocen peligros y recogen lecciones que ningún manual podría enseñar. En el escenario urbano, por otro lado, los niños suelen estar contenidos en espacios pensados para adultos, llenos de reglas que, aunque bien intencionadas, a menudo los alejan de experiencias vitales. Ante estas diferencias culturales, no nos corresponde juzgar cuál modelo es mejor, sino, más bien, percibir que, cuando culturas diferentes se observan, siempre hay espacio para aprender.
En el ámbito arquitectónico, esta infancia vivida con rara libertad de tiempo y espacio invita a repensar la forma en que moldeamos nuestro cotidiano: ¿por qué limitar la exploración espontánea de los niños en ambientes controlados? ¿por qué crear barreras físicas y simbólicas entre ellos y el mundo natural? Y, sobre todo, ¿cómo la arquitectura contemporánea podría romper este paradigma e, inspirada por el niño indígena, crear espacios que devuelvan a la infancia su dimensión más salvaje, curiosa y plena?
Un buen diseño debe adaptarse a las necesidades de sus usuarios, a la misma vez que el diseño participativo busca reducir la distancia entre los arquitectos y quienes habitarán los proyectos. En este sentido, los proyectos dirigidos a la infancia que integran a los niños y niñas como actores centrales en el proceso de diseño muestran cómo la escucha activa y la co-creación se traducen en espacios a escala infantil y pensados para una etapa de intenso aprendizaje.
Ya sean jardines infantiles, escuelas, centros comunitarios o espacios públicos, los proyectos que cuentan con la participación de niños muestran cómo el proceso de diseño puede convertirse en un intercambio enriquecedor para ambas partes. Por un lado, los niños pueden aprender sobre materiales, escalas, toma de decisiones y desarrollar conciencia espacial. Por otro, los arquitectos responsables de materializar los deseos y necesidades de los jóvenes usuarios pueden ejercitar la sensibilidad y la imaginación, y reconocer una visión del mundo distinta, enfocada en el descubrimiento. Todo esto es posible mediante la escucha y el diálogo abierto entre diferentes grupos etarios.
Por Jeanette Fich Jespersen, MA, Directora del Instituto de Juego KOMPAN, Presidenta del comité directivo del Instituto Mundial de Investigación sobre Parques Infantiles, Universidad del Sur de Dinamarca, Vicepresidenta de la Asociación Internacional del Juego, Dinamarca.
"No, no quiero ir a ese parque infantil. ¡Es aburrido!". Esto puede parecer algo que ningún niño diría jamás. Sin embargo, los niños tienen opiniones claras sobre los parques infantiles que les gustan desde muy temprana edad. La razón por la que no solo los padres y cuidadores, sino también los urbanistas y arquitectos deben escuchar y adaptarse, es más importante que nunca.
Históricamente, la noción de infancia tal como la entendemos hoy no existía y, hasta la Edad Media, los niños eran vistos como adultos en miniatura. Según el historiador Philippe Ariès, recién a partir del siglo XVII la infancia comenzó a entenderse como una etapa diferenciada del desarrollo, que requiere cuidados, educación y protección específicos. Sin embargo, este reconocimiento progresivo no siempre se ha reflejado de forma coherente en el diseño y la organización del espacio urbano.
Cuando pensamos en las ciudades y la vida urbana, solemos enfocarnos en la infraestructura, la cultura, el comercio, la vida nocturna y la densidad. En las metrópolis donde parece existir una oferta infinita de actividades —sobre todo para adultos—, el juego rara vez entra en la conversación. Sin embargo, jugar debería considerarse una parte vital de la vida urbana. El juego influye directamente en cómo imaginamos y construimos las ciudades del futuro, comenzando por la manera en que los niños interactúan con su entorno. La experiencia de jugar —y, más específicamente, el diseño y la existencia de áreas de juego— deja huellas profundas en la forma en que las personas crecen en contextos urbanos. Estos espacios constituyen el primer vínculo físico de un niño con el paisaje urbano. Por eso, el juego merece mucha más atención en las discusiones sobre bienestar urbano, habitabilidad y diseño del espacio público.
El juego, en tanto actividad humana, es una práctica multidimensional: nace de lo biológico, se transmite socialmente y se sitúa en lo arquitectónico. En esa interrelación, mientras lo lúdico propone dinámicas y ficciones que invitan a explorar otras formas de habitar el mundo, los proyectos de arquitectura aportan el soporte físico y sensorial que permite desplegar esas posibilidades, siendo las estructuras de juego el medio que conecta ambos. Así, se evidencia una relación determinante entre el juego, el entorno construido y su transformación a lo largo del tiempo.
https://www.archdaily.cl/cl/1031455/arquitectura-y-estructuras-de-juego-como-estan-evolucionando-los-espacios-ludicos-en-entornos-urbanosEnrique Tovar
El juego representa una instancia en la que los niños adquieren habilidades y conocimientos de manera natural y atractiva. Dentro de las principales innovaciones en la educación parvularia y básica, se distingue el juego como un eje central en el proceso educativo, además de ser un principio pedagógico fundamental para alcanzar los objetivos de aprendizaje. La combinación del juego con un aprendizaje al aire libre favorece la exploración y experimentación, la estimulación sensorial y el desarrollo motor durante la niñez.
Con distintas materialidades, diseños y dinámicas, el equipamiento de juego para parques que representa Urbanplay fomentan las interacciones abiertas y espontáneas, proporcionando un espacio para asumir riesgos, explorar y conectarse con la naturaleza.
“ReviveR,” una nueva exposición de MVRDV abrió en el Centro de Mujeres y Niños de Shenzhen, centrada en las diferentes narrativas que rodean a su edificio anfitrión, desde el papel del juego y la interacción social, hasta la importancia de entornos divertidos para personas de todas las edades, junto con la necesidad de reducir las emisiones de carbono aplicando principios de circularidad. La exposición se encuentra en el auditorio del quinto piso del edificio desde el 6 de diciembre de 2023 hasta el 28 de febrero de 2024.
“Se siente como si los niños importaran más”, dice Molly (10 años), durante una entrevista para el pódcast Mujeres Visibles (Visible Women); donde Caroline Criado Perez expone como la falta de datos y diseño, en torno a las maneras de utilizar el espacio público por parte de mujeres y niñas, resulta en espacios públicos diseñados solo para el género por defecto: el masculino.
Los espacios domésticos desordenados pueden ser mentalmente agotadores, lo que hace imposible relajarse en ellos. Como dice el refrán "espacio ordenado, mente ordenada", los ambientes domésticos donde prevalecen las líneas limpias –ya sea con un estilo de vida minimalista, organización o sistemas de almacenamiento retráctiles bien organizados– promueven una mentalidad más meditativa. Quizás, sin embargo, la satanización de este desorden crea espacios sin carácter que pueden resultar un poco aburridos.
Sin embargo, el llamado "desorden" aún puede provocar alegría cuando se presenta una oportunidad. Es posible crear elementos decorativos, texturas y, lo más importante, superficies personalizadas, a través de espacios abiertos de almacenaje como estanterías, percheros o armarios sin puertas. Puede almacenar valiosos recuerdos, historias, logros, equipos inspiradores o elementos funcionales.
En la mayoría de los hogares familiares, es común que a los niños se les den las habitaciones más pequeñas, pues son, después de todo, los integrantes más pequeños de una familia. Pero al tener los adultos el resto de la casa para llenar con su riqueza material acumulada, la única libertad de los niños para decidir qué hacer y dónde van las cosas es en esa pequeña habitación.
Aprender sobre el mundo puede ser frustrante y conducir rápidamente a un comportamiento mal diagnosticado. Por lo tanto, crear un espacio seguro, acogedor y cómodo donde los niños puedan sentirse tranquilos, amados y protegidos mientras disfrutan de su independencia e individualidad es esencial para una infancia feliz y saludable. El diseño del dormitorio de los niños, por lo tanto, tiene más en común con la vida de planta abierta que con los simples dormitorios.
Según el Informe Mundial de la Felicidad, Dinamarca lleva años liderando la encuesta de los países más felices. Copenhague, la capital de Dinamarca, es conocida por sus coloridos edificios frente al mar y su arquitectura contemporánea radical, que reflejan el espíritu alegre de la ciudad. La metrópolis marítima es el caso de estudio favorito de un diseñador urbano con infraestructura neutra en carbono, facilidad para peatones y ciclistas y una esfera pública próspera. Los diseñadores daneses descifraron el código para construir ciudades más felices, dejando muchos modelos por aprender.
Trampoline Bridge / AZC Architects. Imagen cortesía de AZC Architects
Las ciudades humanas se centran en las relaciones entre las personas y los lugares. Las comunidades prosperan gracias a los recursos compartidos, los espacios públicos y una visión colectiva de su localidad. Para fomentar ciudades felices y saludables, los diseñadores y el público aplican métodos de creación de lugares en el entorno urbano. La creación de lugares significativos depende en gran medida de la participación de la comunidad para producir eficazmente espacios públicos magnéticos.
Mirando hacia atrás en su infancia, Peter Zumthor dijo una vez: "Recuerdos como este contienen la experiencia arquitectónica más profunda que conozco. Son los reservorios de atmósferas e imágenes arquitectónicas que exploro en mi trabajo como arquitecto". Estas palabras aluden a un concepto fundamental detrás del diseño para niños: todo lo que encontramos en los primeros años de nuestras vidas, incluida la arquitectura, puede tener un gran impacto en nuestra perspectiva futura del mundo. Cuando los espacios se diseñan de acuerdo con las necesidades específicas de los niños, estimulan su bienestar físico y mental, además de aumentar la autonomía, la autoestima y las habilidades de socialización. Los arquitectos tienen la responsabilidad de garantizar que los niños vivan, jueguen y aprendan en entornos que contribuyan a su desarrollo saludable a largo plazo.