Abordando temáticas que involucran a la memoria, el olvido y el género, la artista plástica y muralista argentina Mariela Ajras despliega su arte por las paredes de numerosas ciudades del mundo tales como Los Ángeles, Las Vegas, San Diego, Barcelona, Valencia, Salamanca, Ciudad de México, Bogotá, Montevideo, Buenos Aires, entre tantas otras. Con una formación en psicología, ha participado en diferentes festivales de arte urbano, exhibiciones, ferias y proyectos de arte público siendo uno de los murales más grandes de la Ciudad de Buenos Aires el que ha desarrollado para el proyecto “Corredor de la Memoria”, conmemorando los 25 años del atentado a la AMIA.
Desde la organización Public Art Review, fue reconocida como una de las muralistas mujeres más influyentes de Sudamérica. Conocer los procesos creativos y el trabajo que hay detrás de sus murales, entender el papel que juegan en las ciudades desde su visión y cómo son capaces de relacionarse con la arquitectura que los rodea son algunos de los temas que nos propusimos desarrollar en conversación con Mariela Ajras.
Agustina Iñiguez (ArchDaily): ¿Cuál es tu fuente de inspiración a la hora de proyectar los murales? ¿Tienes referentes a seguir, quiénes son?
Mariela Ajras: Mi fuente de inspiración a la hora de pintar los murales es variada. Gran parte del proceso se ve determinado por el lugar donde la pared se encuentra, su contexto, la comunidad a la que pertenece, la historia detrás del edificio, su arquitectura particular, los años que tenga. Me inspira mucho también la paleta de colores que rodea a la pared, texturas que aparecen por el paso del tiempo, desde los techos de alrededor, si hay algún patrón de molduras, azulejos, esculturas, etc.
Por un lado, los colores y las formas de alrededor impactan mucho a nivel visual a la hora de comenzar a diseñar, y por otro, en el encuentro con la pared y sus formas, comienza a darse una suerte de relato, de narración visual que se condice con las sensaciones que se me van suscitando. La inspiración es escurridiza, a decir verdad, aparece siempre de forma borrosa. Es una combinación entre el impacto puramente visual de formas y colores, y una narración conceptual que vengo desplegando en mi obra relacionada con el concepto de la memoria, el olvido y una pregunta sobre el universo femenino. Pienso a la ciudad como un gran lienzo cargado de relatos morfológicos e históricos.
AI: ¿Cómo es el proceso creativo anterior a la realización en el sitio?
MA: El proceso creativo anterior a la realización implica un relevamiento de campo. Suelo recorrer el alrededor de la pared, si se encuentra en algún edificio histórico. Tal fue el caso del último proyecto que realicé en Buenos Aires para el Museo de la Ciudad donde me tocó intervenir, por un lado, la medianera lindera a la casa de los Ezcurra (una de las casonas más antiguas de Bs As ubicada en el corazón de lo que fue la ciudad colonial, que data de 1830) y por otro, Los Altos de la farmacia La Estrella. Ambas propiedades pertenecen al museo y son parte del denominado casco histórico de la ciudad. Poseen como tal, mucha historia y relevancia arquitectónica.
Observo y me dejo impactar por cuestiones como: la conservación de las fachadas originales, las cúpulas, las esculturas de la Plaza de Mayo, de la basílica, los azulejos de las casas, los vitreaux para permitir la entrada de luz en estas casas tan antiguas, las escaleras de madera, etc. Algunas partes abandonadas a las inclemencias del tiempo mantienen la estructura y se han llenado de vegetación por entre sus ladrillos, marcas del tiempo, raíces y humedad que dejan una textura muy estimulante a nivel visual. Ni hablar de la infinidad de historias que se han tejido en aquellas habitaciones que han marcado el devenir de la historia de nuestra ciudad. Todas estas variables tienen efecto en mi proceso creativo a la hora de pensar el diseño de este mural, por ejemplo.
AI: ¿Cuál fue el mural más desafiante que desarrollaste?
MA: Todos los murales son siempre un gran desafío en muchos órdenes, principalmente físico, pero también emocional. Diría que los más desafiantes han sido los de mayor escala porque implican un nivel de pre producción y de entrega alto. El mural en conmemoración a los 25 años del atentado a la AMIA en el Hospital de Clínicas fue un desafío técnico sin dudas, pero también cargaba con una gran responsabilidad dada la importancia de la temática para la sociedad porteña. Y el último mural que realicé en la medianera del Ministerio de Cultura para el Museo de la Ciudad fue muy desafiante a nivel técnico ya que realicé un retrato de una escala enorme, de las caras más grandes que me han tocado pintar en mi vida.
AI: ¿Qué rol crees que cumplen los murales en las ciudades?
MA: Rol comunidad: anudamiento de sentidos entre el arte, el imaginario social y la interacción real de las personas. El mural se presenta en el paisaje de la ciudad como una marcación de color y forma que dispara emociones y sentidos a nivel visual pero también a nivel comunidad. El proceso de pintado de un mural suscita tipos particulares de interacciones entre los transeúntes que se ven interpelados por la obra y, ante esa interpelación, se disponen a interactuar entre ellos a partir de lo que el mural les genera. Esto hace del mural una instancia tercera entre dos personas que ahora interactúan como pares que comparten emociones y producen sentidos juntos. Interacción de pares frente a este hecho tercero y no dos personas enfrentadas que se definen por oposición, sino por eso que ahora los une, los convoca. En ese sentido, el mural como suceso relacional tiene un gran potencial colectivo. Especialmente murales con temáticas que hablen directamente de problemáticas históricas que atraviesan a la comunidad a la que pertenecen.
Rol de desobturar la dimensión estética. En términos de la experiencia del ciudadano que transita por la ciudad, el encuentro con una pieza artística que se convierte en parte de su paisaje cotidiano, suscita al menos, la activación de la imaginación, un tratamiento lúdico e imaginativo que devuelve como efecto la desobturación de la dimensión estética. En este acontecimiento hay algo terapéutico a mi manera de ver, en ese encuentro se genera una vivencia que amplía los límites de la subjetividad. Hay algo que se despliega a nivel de la potencia subjetiva al verse convocado o afectado por una obra de arte y no sólo de forma positiva, no creo que mis murales susciten siempre buenas sensaciones, no se puede agradar a todos (de hecho, yo soy la primera en criticarlos), pero sí creo que ese encuentro es una afectación: algo del interior se despliega junto con la transformación del exterior. Una ciudad que deviene museo, que se abre a nuevas dimensiones estéticas y propone nuevas poéticas urbanas.
Rol del arte en general. Me entusiasma el potencial que tiene la práctica artística de expandir los límites de la experiencia cotidiana. La posibilidad de construir un espacio-otro donde habitar la trascendencia. Romper el velo de un cotidiano anestesiado para permitirnos un momento enaltecido de gracia que nos devuelva un estado más genuino del existir. Son estos estados que siento e intento evocar en mi trabajo. Una pausa, una fuerte conmoción.
El atravesamiento social de la práctica artística en un reflejo profundo de los alcances del arte. Producir obras para conmovernos con el otro, para unirnos en tanto espectadores de la belleza. Salirnos del automatismo de un cotidiano contemporáneo alienante y rendirnos ante lo bello como un acto de resistencia político-estética. Es hacia esta sensibilización del día a día a la que apunto en mi búsqueda. No podré cambiar el mundo a través del arte pero si puedo crear instancias artísticas que permitan a las personas sentir estados más enaltecidos, inspirados y empáticos. Diseñar experiencias que potencien y fortalezcan el espíritu para seguir indagando en la complejidad de la experiencia humana.
AI: ¿Crees que el muralismo depende de la arquitectura?
MA: ¡100 por ciento! Al menos en mi experiencia personal, una cosa no existe sin la otra. El diálogo inherente entre una pared (que surge inicialmente como el producto de un pensamiento de arquitectos) y el mural que luego se inscribirá sobre ella es inevitable. Ambas dialogan constantemente. Las composiciones y las realizaciones se ven determinadas por la arquitectura previa. La arquitectura ofrece no sólo una superficie donde realizar la obra, sino un número de variables que influyen en el mural desde su diseño hasta su ejecución. Me interesa pensar la idea de los murales como anudamientos de sentidos poéticos y estéticos dentro de los territorios que delimita la arquitectura. Las cartografías urbanas que se entrelazan entre la arquitectura y la marcación de un mural, nuevos modos de reescribir el mapa de una ciudad en diálogo constante. Siento que es hora de empezar a concebir estos procesos de forma integrada. Ansío mucho la idea de empezar a incorporar al arte mural como un elemento más de la diagramación arquitectónica, donde entonces se construyeran paredes y edificios que se gesten con un mural desde su inicio, donde se piense en su mejor visibilidad, acceso y así juntos potencien la capacidad estética y poética que ambas propuestas introducen en la experiencia de lo que es habitar una ciudad.
