La mayoría de los habitantes de grandes centros urbanos ya debe haber deseado, al menos por un momento, cambiar el caos de la ciudad por el silencio y la tranquilidad de la naturaleza. Con el creciente deseo por esta experiencia, los sectores de turismo y hotelería en los países latinoamericanos han estado invirtiendo en complejos ubicados dentro de los bosques. Inspirados en el concepto de turismo ecológico, estos refugios están diseñados para integrarse al ambiente, utilizando materiales locales y técnicas tradicionales que respetan el ecosistema y promueven la sostenibilidad.
A nivel global, la arquitectura contemporánea continúa indagando en herramientas y metodologías de diseño para integrar la naturaleza en los espacios habitables dado sus comprobados beneficios y aportes a la mejora en la calidad de vida de las personas. Si bien existen diferentes creencias religiosas alrededor del mundo, la arquitectura religiosa por lo general se expande más allá de sus usos y funciones para conectar con lo sagrado. Sentidos, memorias y emociones se transmiten en estos espacios a partir del uso de ciertos materiales, organizaciones espaciales y hasta sonidos y aromas que potencian las experiencias en atmósferas de espiritualidad, divinidad y reflexión. En México, Chile, Ecuador, Brasil o Uruguay, proyectos de espacios de culto abiertos al exterior dan cuenta de una arquitectura capaz de adaptarse a diferentes entornos naturales manteniendo la premisa de que cada religión se encuentra ligada a una identidad social y demanda un vínculo particular con su comunidad y su paisaje circundante.
Este Día Internacional de la Mujer, celebramos las contribuciones de las mujeres en la arquitectura, un campo tradicionalmente dominado por hombres. Aunque las narrativas dominantes pueden pasar por alto su impacto significativo, la historia de la arquitectura está repleta de ejemplos de mujeres que han moldeado la profesión de manera sutil pero poderosa. Cuando se limitó a un puesto de dibujante, Esther McCoy dio un paso atrás no para desconectarse, sino para observar mejor. Se convirtió en la primera crítica e historiadora de la arquitectura en notar el sabor único del Modernismo que se desarrollaba a lo largo de la Costa Oeste durante la década de 1950, llevando nombres como Richard Neutra o Luis Barragán al centro de las discusiones arquitectónicas. De manera similar, el nombre de Aline Louchheim puede no ser ampliamente reconocido entre arquitectos, pero, gracias a ella, el nombre de Eero Saarinen seguramente lo es. La profesión de publicista arquitectónico también surgió a través de esta colaboración. Estas historias nos recuerdan que reconocer los logros de las mujeres en la arquitectura no se trata de celebrar el género, sino de reconocer un sesgo histórico que ha obstaculizado el progreso de todo el campo.