¿Deberían los futuros estudiantes de arquitectura desconfiar de todo?

En esta oportunidad el Blog de Fundación Arquia, junto al artículo del arquitecto y docente Santiago de Molina, hacen un llamado a quien quiera ser arquitecto próximamente, a sostener una culta desconfianza por casi todo, a tener el valor de no fiarse de nada y a hacer el esfuerzo por mantener y alimentar una imaginación cultivada.

“¿Si yo tuviese que enseñarles arquitectura? Es una pregunta bastante embarazosa…” confesaba Le Corbusier hace tiempo. Eso sí, se lanzó a ello con el entusiasmo de quien tenía que ganar la batalla contra la arquitectura clásica. Sin embargo ¡cuánto han cambiado las cosas!… Habría que ver a Le Corbusier dirigiéndose hoy a algún estudiante que esté haciendo su fin de carrera…

Si alguien quisiera ayudar a esos estudiantes lo primero que debería es hacerse una observación a sí mismo: nadie antes ha aprendido arquitectura como hoy lo hacen ellos. Nuevos contextos, nuevas tecnologías y formas de relación social, una revolución en el modo y en los lugares donde se produce la misma arquitectura, hacen que apenas haya certezas sobre las que guiar a nadie. El único consejo a los estudiantes actuales o del futuro sería, pues, que no se fiaran demasiado de nada. Ni siquiera de quien tratara de darles consejos.

Tanto es así que tal vez incluso el valor de no fiarse de nada y el esfuerzo por mantener y alimentar una imaginación cultivada, puede que sean los dos requisitos sobre los que pueda avanzarse, con cierta seguridad, en medio de unos estudios condenados, cada vez más, a simultanear la precariedad laboral y un inquebrantable entusiasmo.

Por eso, si alguien quisiese ser arquitecto próximamente, deberá sostener una culta desconfianza por casi todo: aprender a desconfiar de los profesores, que con su mejor intención en la mayor parte de las ocasiones, dan siempre una visión parcial y sesgada de la arquitectura. Desconfianza de los libros y de la red. Desconfianza de los propios gustos y del talento propio. Y desconfianza, por encima de todo, de la facilidad y de la inmediatez. Porque con total seguridad, en el futuro, en mundo de la arquitectura nada se volverá fácil e inmediato, y menos sus trabajos fines de carrera. Podemos apostar que ni el trabajo del estudiante será más fácil en el futuro (aunque tampoco necesariamente más difícil), ni la vida profesional se hará más sencilla. Y basta mirar los trabajos de estudiantes de siglos pasados para comprobarlo.

Cada día comprobamos que una visión exclusivamente romántica de la arquitectura está amenazada por el fracaso, y, a la vez, que aquella profesión que no hable de compromiso, de responsabilidad y de una serena ambición por el trabajo bien hecho, poco futuro promete.

Estudiar arquitectura parece, cada curso que pasa, de una insensatez nada aconsejable. Muchas universidades tratan hoy de ser un lugar para la formación de profesionales capaces de hibridar sus conocimientos con el mundo de la empresa, con la mente puesta en ejercer su trabajo a escala planetaria o casi aldeana, pero no necesariamente en el mundo de la edificación, y donde apenas tiene ya cabida la figura del arquitecto como artesano.

Hoy muchos estudiantes renuncian a obtener el título habilitante en las universidades españolas, puesto que eso nada parece garantizar. Los números son cada vez más escandalosos. Sin embargo, las habilidades que costosamente se adquieren a lo largo de esos estudios siguen permitiendo ver las cosas bajo un especialísimo prisma. Esa mirada es y será capaz de añadir valor a unos trabajos, que, como también se presume, “no han sido aún inventados”…

En fin, todo lo dicho recuerda la historia de aquel estudiante que su profesor trataba de disuadir de sus estudios de arquitectura diciéndole que sus dibujos eran como los de los albañiles que lanzaban una piedra para indicar el lugar en el que abrir una ventana, llamado Aldo Rossi. Un Aldo Rossi que luego pasó el resto de su carrera tratando de recuperar aquella felicidad del dibujo confundido con la impericia y la estupidez. Y es que lo que somos de estudiantes, de algún modo, anticipa mucho de nuestro futuro.

“Este insistir en las cosas ira desvelándoles un oficio”, decía el italiano cuando aconsejaba a sus estudiantes, años después, aun íntimamente ilusionado con su oficio.

Este artículo fue originalmente publicado como 'Futuros estudiantes, estudiantes con futuro' en el blog Fundación Arquia y escrito por Santiago de Molina. Lee más de sus artículos aquí.

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Sobre este autor/a
Cita: Santiago De Molina. "¿Deberían los futuros estudiantes de arquitectura desconfiar de todo?" 16 abr 2018. ArchDaily en Español. Accedido el . <https://www.archdaily.cl/cl/892390/deberian-los-futuros-estudiantes-de-arquitectura-desconfiar-de-todo> ISSN 0719-8914

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