Diogo Borges Ferreira

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La arquitectura de la restricción: cuando no construir se convierte en diseño

En un mundo que enfrenta agotamiento ecológico y saturación espacial, el acto de construir ha llegado a representar tanto creación como consumo. Durante décadas, el progreso arquitectónico se midió por lo nuevo: nuevos materiales, nuevas tecnologías, nuevos monumentos de ambición. Sin embargo, hoy en día, la disciplina está cada vez más moldeada por otra forma de inteligencia, una que valora lo que ya existe. Los arquitectos y arquitectas están aprendiendo que hacer menos puede significar diseñar más, y este cambio marca la aparición de lo que podría llamarse una arquitectura de contención: una práctica definida por el cuidado, el mantenimiento y la elección deliberada de no construir.

El principio reconoce que el edificio más sostenible es a menudo el que ya existe, y que la transformación puede ocurrir a través de la preservación, la reparación o incluso la ausencia. Elegir no construir se convierte en un acto político y creativo, una respuesta a los límites materiales del planeta y a los límites éticos del crecimiento infinito. Esa arquitectura va más allá de la producción de nuevas formas para abrazar la continuidad, extendiendo la vida de las estructuras, los materiales y los recuerdos que ya habitan el mundo.

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Los parques infantiles como espacios políticos: negociando el riesgo, el espacio y la infancia

Los parques infantiles son instrumentos espaciales a través de los cuales la sociedad proyecta sus expectativas sobre la infancia, poniendo a prueba los límites entre control y autonomía, exposición y protección. Regulan cómo los niños se relacionan con el espacio, con los demás y con sus propios cuerpos, codificando —muchas veces de manera invisible— normas sociales, miedos y aspiraciones. En este sentido, los parques infantiles no son espacios periféricos de ocio; son construcciones políticas moldeadas por ideologías específicas sobre qué es la infancia y cómo debería desarrollarse. Desde 1989, el derecho al juego ha sido reconocido formalmente en la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, afirmando que el juego es una parte fundamental del desarrollo humano. Diseñar un parque infantil no consiste solo en trazar líneas en un plano o instalar equipamiento en un parque; es definir las condiciones bajo las cuales el juego es permitido, imaginado o restringido.

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