
Los límites extensivos de las ciudades metropolitanas contemporáneas, fruto de su propio crecimiento, evidencian a la justicia espacial -en conjunto a la justicia ambiental y distributiva- como un derecho necesario de abordar. Las distancias espaciales, en conjunto a las políticas públicas en relación a lo urbano y a las necesidades de sus habitantes, incitan a que la producción urbana y las respuestas a las problemáticas no aseguren las condiciones para que el desarrollo del encuentro y de la comunidad sea dado, a menos que exista la iniciativa propia para realizarse.
En este sentido, la propuesta del Centro Misionero Pere Riera por Proyecto Habitar -utilizando un proceso alternativo de diseño para hacer frente a necesidades reales y favorecer el desarrollo de las cualidades de lo común- entrega una forma distinta de abordar la generación de la ciudad.
