A medida que la incertidumbre climática y los cambios en los ecosistemas redefinen las prioridades del diseño, la arquitectura asume un papel cada vez más activo en estos debates, en lugar de limitarse a observar. Desde esta perspectiva, la idea de hacer un "re" fomenta un paso atrás consciente para repensar, reconectar y realinear la relación entre los edificios y su entorno. Este enfoque, fundamental para la arquitectura regenerativa, se extiende más allá de tecnologías o escalas específicas, abarcando desde planes maestros que buscan renaturalizar las ciudades hasta pabellones nacionales que combinan arte y ciencia.
¿Cuál es el camino a seguir? Por un lado, muchos debates actuales hacen hincapié en la tecnología; por otro, hay enfoques que, más que oponerse, se complementan entre sí y amplían el abanico de posibilidades, basándose en la tradición, los conocimientos ancestrales y un profundo conocimiento del entorno. Entre estas perspectivas, la obra de Rudolf Steiner y el movimiento antroposófico, desarrollado a principios del siglo XX, ofrece una visión e ideas que conectan la arquitectura con los ritmos ecológicos, los materiales y la vida comunitaria.
El medio rural siempre ha ejercido un papel fundamental en el desarrollo social y económico de los países. Hasta el siglo XVIII, era el principal espacio de producción y organización de la vida. Con la Revolución Industrial, sin embargo, ocurrieron profundas transformaciones estructurales que redefinieron esta dinámica. La industria pasó a ocupar una posición central, vinculándose al medio urbano y dando origen a una visión dicotómica y jerarquizada entre rural y urbano, agricultura e industria. En este contexto, dos visiones opuestas ganaron destaque: una preveía la desaparición de lo rural ante la urbanización y el avance económico; la otra apostaba por su permanencia y renacimiento. Hoy sabemos claramente cuál de las hipótesis se ha vuelto verdadera.