
“Nuestra vida se desarrolla intercambiando nutrientes con las plantas, aunque sólo nos acordemos de ellas a la hora de regarlas. De una u otra forma, están ahí, permitiendo que sigamos estando aquí, en este planeta. Sin embargo, cuarenta años después de la emisión televisiva de la serie Cosmos, pareciera que aún no entendemos a los vegetales como parte fundamental de nuestras vidas. Los seguimos considerando una mera fuente de energía o una materia prima a ser explotada (capaz de definir vastos sectores económicos); los instrumentalizamos cuando nos piden explicar el origen de la arquitectura o, incluso, usamos su color para teñir a nuestros proyectos y emprendimientos con etiquetas como “verdes”, “ecológicos” o “sustentables”; pero no es muy habitual que pensemos en ellos, y con ellos, a la hora de proyectar. Quizás para empezar a saldar esa deuda, en este número de revista ARQ buscamos ensayos, proyectos e investigaciones que cuestionen el rol secundario que le hemos dado a la vegetación, o bien, que nos muestren nuevas formas de incluir a la vegetación en arquitectura, bajo la mínima condición de superar el paradigma de la cabaña primitiva pues, creemos, ya es hora de dar un paso más allá de su mera instrumentalización alegórica”.

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