Lo que no estamos entendiendo del cambio climático

Este artículo fue publicado originalmente en Common Edge.

Compañeros arquitectos, ¿podemos hablar? Esto va a doler, pero hay que decirlo. Si fuera un poeta, escribiría, El final está cerca, y nosotros somos los culpables. Sin embargo, no soy un poeta, así que lo expresaré de esta manera: la mayoría de nosotros sospechamos que el cambio climático antropogénico conducirá al fin de la civilización. Algunos arquitectos niegan la ciencia ("¡El clima siempre está cambiando!"), mientras que otros ignoran lo obvio (la negación es un buen mecanismo de afrontamiento), pero muy dentro de nuestro cerebro yace el temor de que los niños pequeños de hoy podrían ser los últimos de nuestra especie.

Me detendré aquí para dejar que el peso de ese pensamiento te deprima.

Ahora hagámonos cargo de ese peso y pongamos manos a la obra. Tenemos mucho trabajo por hacer. Según el Panel Intergubernamental en Cambio Climático de las Naciones Unidas, el plazo para reducir las emisiones de dióxido de carbono en un 50% es dentro de 11 años. Nuestro instinto nos dice que no vamos a vencer ese reloj del fin del mundo, por muchas razones, la codicia y la política entre ellas. Sin embargo, lo que no podemos soportar es darnos cuenta de que nuestra profesión es más culpable del calentamiento global que el capitalismo, las compañías petroleras o Washington. Los edificios son la mayor fuente de dióxido de carbono, el principal infractor de gases de efecto invernadero. Dos generaciones de arquitectos que juegan con la protección del medio ambiente, la conservación de la energía y el agua, la sostenibilidad y la capacidad de recuperación han hecho poco para evitar la era de la extinción.

Sí, sé que los arquitectos tocan solo una fracción de los edificios nuevos, y que los edificios verdes son una cosa. También entiendo que la resistencia de los clientes pueden ir en contra de las Grandes Ideas. Nada de eso nos saca del apuro. Los arquitectos son los líderes de la comunidad de la construcción; los constructores siguen nuestras señales. Un buen arquitecto es persuasivo, y el mejor entre nosotros puede vender cualquier cosa a cualquiera. Admítelo: en los últimos 50 años, hemos tenido el poder de mover el entorno construido de carbono positivo a carbono neto cero. Sin embargo, no lo hicimos, y el resultado de nuestro fracaso es la desaparición del hielo del Ártico, los bosques tropicales en llamas y la Antártida derritiéndose. Construir una sociedad de carbono cero/carbono negativo dentro de los próximos 30 años requeriría una movilización como lo fue en la Segunda Guerra Mundial, algo claramente difícil. 

Ni siquiera puedo decir que lo intentamos en la vieja escuela. El 2009, el Instituto Americano de Arquitectos pidió a los miembros que se comprometieran con el objetivo de hacer que todos los edificios nuevos y las renovaciones importantes fueran 100% carbono neutral para el 2030. En este momento, a una década del programa, deberíamos estar al 80% del camino. No estamos ni cerca, en parte porque solo 550 de aproximadamente 20,000 empresas de la AIA se inscribieron en el Desafío 2030. El Informe de estado global medioambiental 2017 de las Naciones Unidas para edificios y construcción dice: "El uso de combustibles fósiles en los edificios se mantuvo casi constante desde el 2010" y "Las emisiones de CO2 de los edificios y la construcción aumentaron casi un 1% por año entre 2010 y 2016". y eso que son administradores ecológicos.

El cambio climático es nostra culpa. En su última convención anual en junio pasado, la AIA aprobó una resolución que parecía reconocer nuestra complicidad. El objetivo de la Resolución para la Acción Climática Urgente y Sostenida es transformar la práctica convencional produciendo edificios con cero emisiones de carbono, no simplemente alegar a que los arquitectos lo hagan. La declaración es a la vez ambiciosa y ambigua, y reticente. A diferencia del Desafío 2030, la AIA ya no define objetivos ni establece plazos que no puede alcanzar. No estoy seguro de que este sea un mejor enfoque. Imagínese si el presidente Kennedy hubiera dicho el 25 de mayo de 1961 que Estados Unidos "debería comprometerse a lograr el objetivo de aterrizar a un hombre en la Luna" sin especificar "antes de que termine esta década" y sin la NASA completamente preparada. Un gran gesto en lugar de un voto solemne no habría puesto a Neil Armstrong en tierra lunar el 20 de julio de 1969, o quizás nunca nunca.

En este punto del desastre que se está desarrollando, la humanidad tiene aproximadamente una década para tomar medidas extremas para prevenir el cambio climático descontrolado. Desafortunadamente, el tiempo necesario para reorientar la sociedad de los combustibles fósiles a las energías renovables es largo. Hay que tener en cuenta la necesidad de tecnologías que puedan capturar el carbono, algo que no se ve en un futuro inmediato, que el aumento de los gases de efecto invernadero es la política oficial de Estados Unidos, que Brasil está destruyendo sin sentido la selva amazónica que elimina el carbono, y es seguro asumir que los arquitectos ya no están en condiciones de salvar el planeta tal como lo conocemos.

¿Qué debe hacer un arquitecto con conciencia social? Mi recomendación es dejar de aprobar resoluciones sobre ganar la guerra contra el cambio climático y comenzar a aceptar los términos de rendición de la Madre Naturaleza. Comenzar a imaginar cómo el entorno construido mitigará el sufrimiento durante la fase terminal de nuestra especie. La arquitectura ofrece soluciones paliativas para el colapso de la civilización, que ya está en marcha, de manera bastante visible en la frontera sur de los EE. UU.

América Central tiene una población de alrededor de 50 millones. Más de 2 millones viven en las regiones en expansión del corredor seco de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua. Las condiciones climáticas han devastado los cultivos allí durante años. El hambre y la desnutrición condujeron a la desintegración de la sociedad, lo que obligó a cientos de miles a buscar refugio en los EE. UU. A corto plazo, quizás en los próximos 30 años, de 10 a 17 millones de refugiados climáticos latinoamericanos se trasladarán a los EE. UU. Decenas de millones más pueden llegar debido a la desertificación de Europa, Asia y África.

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Nos guste o no, listos o no, aquí vienen. Ningún muro de hormigón, cerca de acero, alambre de púa o soldados los mantendrá alejados. Ningún número de campos de concentración puede almacenarlos, ni deberían hacerlo. Estados Unidos ha sido el principal contribuyente mundial al calentamiento global durante demasiado tiempo como para no aceptar la responsabilidad de sus actos. Si crees que la doctrina "lo rompes, lo compras", Estados Unidos tiene el deber moral de acoger a los refugiados climáticos. Al hacerlo, hay implicaciones arquitectónicas a considerar.

Por ejemplo, ¿cuál es la mejor manera de integrar grandes y nuevas comunidades en las infraestructuras urbanas y suburbanas existentes en algo mejor que los campos de concentración y las cárceles? Se necesitan investigaciones de arquitectura y planificación urbana para encontrar soluciones humanas. Necesitamos planes maestros para gestionar el retiro masivo de población de las condiciones en deterioro de las tierras, y pronto. Entre el 2100 y el 2200, todo el hielo terrestre y marino se derretirá. En el lado norte del mundo, los océanos, a lo largo de los cuales vive actualmente el 40% de las poblaciones mundiales, consumirán Halifax, Boston, Nueva York, Filadelfia, el Distrito de Columbia, Norfolk, Charleston y ciudades intermedias. Todo el estado de Florida estará bajo 23 metros de agua. El norte de la costa del Golfo de Nueva Orleans y Houston ya no existirán. Se necesitarán nuevas ciudades para reemplazar las que alguna vez existieron, tal vez dentro de 80 años.

Afortunadamente, hay mucho espacio en este país para los ciudadanos que ya viven y que llegarán. Amplias áreas de los EE. UU. son pastizales, una cuarta parte de los cuales son propiedad del gobierno federal. La producción de carne y lácteos son fuentes importantes de contaminación por metano, lo que significa que esas tierras están haciendo más daño que bien. Si descubrimos cómo reemplazar las propiedades de pastoreo de vacas con espacio habitable para las personas, podríamos estar listos para cuando llegue el momento.

La mayoría de los inmigrantes indocumentados que ingresan a los Estados Unidos provienen de América Central. Muy pronto, los ilegales seremos nosotros, los norteamericanos. Algún tiempo después de finales de siglo, las tierras de los estados unidos serán demasiado cálidas y secas para mantener a grandes poblaciones. Cientos de millones viajarán al derretimiento del permafrost ártico. Oremos para que Canadá no construya un muro, porque Yukon y los Territorios del Noroeste son el hogar de más tierras desocupadas que en casi cualquier parte del mundo.

Las regiones ahora congeladas del desierto canadiense serán el último destino de América del Norte. Sin embargo, antes de ascender y entrar, no solo las ciudades sino culturas enteras deberán ser rediseñadas, incluidas la geopolítica, la identidad nacional y la religión. Sin planificación, no habrá brazos abiertos esperándonos más allá de los Grandes Lagos, ni coros de "kumbaya" más allá de Banff. El conflicto armado, el caos y la barbarie sobre la enfermedad pandémica, la disminución de la tierra, los alimentos y el agua potable, aguarda al "invernadero de la Tierra".

Te dije que esto sería doloroso, pero no te preocupes. Los arquitectos son catalizadores de ideas audaces. Para un diseñador, la descongelación es una oportunidad nueva para reinventar la sociedad. Incluso podría ser una oportunidad para desempolvar esas propuestas improbables de los años sesenta y setenta. Tenemos las habilidades, pero lo más importante, tenemos la obligación moral de ver lo que esta sucediendo.

¿Aún triste? Los dejo con esto: nuestra especie puede no extinguirse en 80 años, u 800 a partir de ahora. La población humana de la Tierra puede reducirse de miles de millones a millones, pero algunos grupos de resistencia podrían adaptarse y sobrevivir en los polos durante mucho tiempo. Incluso es posible que dentro de 3 millones de años, la Tierra se enfríe, recupere sus regiones medias y antiguas costas que sustentan la vida, y los sapiens de algún tipo re aparezcan.

Hasta entonces, los arquitectos pueden esperar lo mejor pero planear lo peor. Nuestro mayor y mejor uso como profesionales puede ser como cuidadores hospitalarios en lugar de médicos de sala de emergencias. Si lo hacemos bien, saldremos tomados de la mano en lugar de salir derrotados.

Sobre este autor/a
Cita: Buday, Richard. "Lo que no estamos entendiendo del cambio climático" [What We Don't Get About Climate Change] 08 sep 2019. ArchDaily en Español. (Trad. Caballero, Pilar) Accedido el . <https://www.archdaily.cl/cl/924391/lo-que-no-estamos-entendiendo-del-cambio-climatico> ISSN 0719-8914

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