RCR Arquitectes: territorio, paisaje y vida como un único relato inmanente

El archipiélago catalán está conformado, en casi toda su extensión, por una pequeña sierra que lo acompaña, creciendo desde la línea de costa, tangente al mar formando acantilados; hasta la docena escasa de kilómetros que conforman su máxima expresión.

A la arquitectura propia de esa porción costera de terreno se la suele catalogar, recurrentemente, como arquitectura catalana; obviando y contaminando la arquitectura propia de tierra adentro, oscura, sombría, pesada, matérica. Una arquitectura –la interior- de digestiones lentas, de contraluces y aire inmóvil, que huele diferente.

Al noreste, hayamos una comarca donde las hayas permanecen inmóviles y crecen a una altura inferior a cualquier otro sitio del país. Donde la luz es más suave, difuminada; donde las sombras son más tenues y más profundas. Donde llueve diferente. Donde se habla diferente. Donde las masías son diferentes. Ahí viven. Ahí trabajan. Hablamos de Olot. Hablamos de RCR.

Olot es nuestra casa. Hemos estado siempre con los pies en el territorio, en nuestra ciudad. Con la mente fuera, explorando, proponiendo, y con los pies aquí... El entorno es muy especial, muy doméstico, muy acotado. Olot no es una gran ciudad. Es cómoda. Nos hemos visto más perturbados por el crecimiento profesional y la responsabilidad que nos ha supuesto que no por la ciudad

— Entrevista a RCR Arquitectes. Revista SCALAE [Mayo, 2013]

El arquitecto japonés Kazuo Shinohara sostenía que era necesario atravesar el inmenso caos de la metrópolis japonesa para poder alcanzar el grado cero iniciático: la desaparición de la forma para volver a lo esencial de la naturaleza. Algo similar proponía Jun'ichirō Tanizaki (sin referirse obviamente a la urbe nipona) cuando, por medio de su prosa poética, nos hacía reflexionar sobre lo bello: no como sustancia en sí, sino como un juego de claroscuros producido por la yuxtaposición de las diferentes sustancias que va conformando el juego sutil de la sombra. Huir de la luz. Descubrir el alma de la arquitectura a través de los grados de opacidad de los materiales y el silencio y la penumbra del espacio vacío.

Cortesía de Hisao Suzuki

Hijos de nuestro tiempo, RCR Arquitectes actualizan, valoran y rescatan estas sensaciones para compatibilizarlas con nuestro modo de vida y con su proyección absoluta. No viven de la nostalgia. Su actitud frente al libro de Tanizaki es la misma que con respecto al paisaje: comprenderlo, no como un elemento esclerotizado, museizado, en el que recrearse morbosamente; sino como algo vivo de lo que aprender para, una vez relacionado todo, intervenir en él con el máximo respeto. Madurarlo. Evolucionarlo. Reescribirlo, quizá. Algo que nos enriquece físicamente, que se aplica de manera directa a su arquitectura. Una arquitectura que, más que evidenciarse, se desvanece para llegar a confundirse, incluso, con la vida, con el todo.

Desmaterializarse. RCR ha entendido que la única manera de aprehender del entorno, es desmaterializándose. Ser “lugar” sólo se consigue con una arquitectura que desaparece. Desmaterializarse para estar. Adaptarse al lugar para convertirse en un lugar. En cada obra de RCR los materiales que sostienen las masas y que delimitan los espacios permiten, de una manera u otra, que el paso del tiempo y la naturaleza se posen en ellos. Esta presencia se evidencia también en la atención por la memoria del emplazamiento, de la ciudad, y del edificio.

La empatía por lo artesanal, alejándose de la industrialización de la ciudad para acercarse a lo material. Autenticidad sin artificio. Trabajar con un catálogo reducido de materiales les proporciona una claridad que sustenta sus propios valores. Si el material no "chilla", aparece el espacio. Este saber trabajar sobre la materia del propio paisaje es lo que les ha convertido en autores de alcance internacional.

Hemos huido de los materiales estandarizados. Nos gusta la rugosidad, la textura. El tacto. Nos gustan los materiales que te sujetan, materiales con inercia que configuran espacios con inercia. Cuando los visitas, la experiencia te los hace sentir. La percepción del espacio tiene que ver con la memoria, con el bagaje personal.

— Entrevista a RCR Arquitectes. Revista SCALAE [Mayo, 2013]

Cortesía de Hisao Suzuki

Vista con la perspectiva que nos ofrece el paso del tiempo, la obra de RCR constituye una de las reflexiones y realizaciones contemporáneas más profundas sobre el espacio arquitectónico. Han perfeccionado de sobremanera su capacidad para crear filtros y espacios intermedios que no responden a la dualidad clásica de interior-exterior. Lo vemos en el espacio público Teatro la Lira [Ripoll, 2011]. Lo que hacen los arquitectos es trabajar el vacío; ya sea en bruto, como una escultura a la manera de Jorge Oteiza, semienterrándolo, horadando con él el terreno.

Cortesía de Hisao Suzuki

Durante gran parte de la historia de la arquitectura, el exterior y el interior se han separado, como si el hombre estuviese al margen de la naturaleza. Se busca la unión, el encuentro de relaciones que entretejen su arquitectura. El espacio se disuelve y fluye. Una arquitectura más centrada en la experiencia, en el aire, el vacío, la energía. En definitiva, provocar relaciones inesperadas que generen nuevas percepciones.

Lo que han hecho durante estos años es ir diseccionando pacientemente el espacio en sus distintas componentes: los materiales, la luz, la translucidez, los filtros, los reflejos, los ambientes, la temperatura, el tacto, etc. RCR se ha dedicado a enmarcar el vacío y la mirada: lo hacen en Ripoll, definiendo una magnífica puerta de entrada a la ciudad; y lo han hecho en el Pabellón de acceso a la Fageda d'en Jordà [Can Blanc, 1994], en el Pabellón de baño en Tossols-Basil [Olot, 1998], y en el Pabellón de acceso a la pista de atletismo de Olot [Olot, 2012]. Un sistema en el que, además de enmarcar el paisaje y diseccionar el espacio, se deconstruyen las falsas dicotomías entre materialidad y desaparición; entre interior y exterior; entre abierto y cerrado. En este sistema desembocan tanto las formas vivas del organicismo como las geometrías más radicales de la abstracción y el minimalismo.

RCR ha hecho posible un sistema arquitectónico en el que predominan el concepto y el proceso; en el que se renuncia a la forma como premisa y se consigue que la materia sin forma -o “phylum”-, sobre el que escribieron Gilles Deleuze y Félix Guattari, se convierta en una proteica fuente para inventar y experimentar espacios que mejoren las condiciones del “estar” del ser humano en el planeta. Los tres de Olot; que, en su compartida deriva personal y en sus intervenciones, dan lugar a una fusión abstracta; una arquitectura motivada por comprender el territorio, el paisaje y la vida como único relato inmanente, absoluto; en el que todo está conectado: un continuo universal. La arquitectura así propuesta tiende a despojarse de las evidencias y perjuicios del uso, la cultura y configuración convencionales; ofreciéndose por ello extraña, mágica y misteriosa, sin prejuicio de unas inmediatas e inmensas épica y lógica teñidas de guiños, de profundo sentido.

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Sobre este autor/a
Cita: Borja Fernández. "RCR Arquitectes: territorio, paisaje y vida como un único relato inmanente" 12 dic 2018. ArchDaily en Español. Accedido el . <https://www.archdaily.cl/cl/907351/rcr-arquitectes-territorio-paisaje-y-vida-como-un-unico-relato-inmanente> ISSN 0719-8914

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