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Arquitectos: Studio BO
- Área: 637 m²
- Año: 2025
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Fotografías:Alessio Mei
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Proveedores: i-mesh, panoramah!®

Descripción enviada por el equipo del proyecto. En el borde de un campo de golf en Marrakech, en un terreno de 1,400 m2, se erige una villa concebida como una presencia silenciosa, a la vez anclada y etérea, sensual y espiritual. El proyecto está arraigado en el paisaje ocre de la ciudad, extrayendo de su materialidad y luz una nobleza cruda y sin pretensiones.


La arquitectura se despliega en dos estratos distintos: una planta baja sólida de ladrillo terracota rojizo, anclada a la tierra y dialogando con ella, y un nivel superior más ligero y fluido, casi en suspensión, como un suspiro. Esta base mineral sirve como pedestal para un volumen híbrido arriba, tanto curvado como angular, cuyas líneas se expanden y deconstruyen para abrirse completamente al paisaje del golf.

Frente a la calle, la casa permanece protegida. Su fachada, opaca y discreta, está puntuada por finas aberturas veladas con delgadas lamas de terracota que filtran la luz occidental y preservan la privacidad. La entrada se produce a través de una hendidura entre dos paredes curvadas, un umbral, un intervalo, un momento de transición.


En el interior, la fluidez espacial se organiza alrededor de un núcleo central que alberga la circulación vertical y los espacios técnicos. La escalera, escultórica y deconstruida, parece desprenderse de las paredes; cada escalón está empotrado en la masa, mientras que el pasamanos suspendido flota delicadamente, trazando una verticalidad sensible a través del espacio.

La planta baja se despliega en tres secuencias: un comedor, un área de estar y un rincón de chimenea agrupado alrededor de una chimenea suspendida. El comedor, separado por puertas pivotantes, dialoga con el resto del espacio a través de una gran abertura curva que refuerza la fluidez del plano.

Los materiales, zellige, tadelakt, piedra Taza y ladrillo de terracota, son de origen local. Cada detalle, desde los tiradores de piedra hasta las escultóricas cadenas de lluvia, revela un compromiso por unir arquitectura y artesanía, materia y mano.


En el piso superior, un espacio de meditación abierto al cielo conecta la casa con lo celestial. Es un lugar de retiro e introspección, una pausa silenciosa donde la luz se vuelve espiritual. Alrededor, una exuberante vegetación forma un entorno verde íntimo, un crisol orgánico que suaviza la geometría de la arquitectura y completa el diálogo entre la naturaleza, la estructura y el cuerpo humano.







































