En un mundo que enfrenta agotamiento ecológico y saturación espacial, el acto de construir ha llegado a representar tanto creación como consumo. Durante décadas, el progreso arquitectónico se midió por lo nuevo: nuevos materiales, nuevas tecnologías, nuevos monumentos de ambición. Sin embargo, hoy en día, la disciplina está cada vez más moldeada por otra forma de inteligencia, una que valora lo que ya existe. Los arquitectos y arquitectas están aprendiendo que hacer menos puede significar diseñar más, y este cambio marca la aparición de lo que podría llamarse una arquitectura de contención: una práctica definida por el cuidado, el mantenimiento y la elección deliberada de no construir.
El principio reconoce que el edificio más sostenible es a menudo el que ya existe, y que la transformación puede ocurrir a través de la preservación, la reparación o incluso la ausencia. Elegir no construir se convierte en un acto político y creativo, una respuesta a los límites materiales del planeta y a los límites éticos del crecimiento infinito. Esa arquitectura va más allá de la producción de nuevas formas para abrazar la continuidad, extendiendo la vida de las estructuras, los materiales y los recuerdos que ya habitan el mundo.
El primer lunes de octubre se celebra el Día Mundial de la Arquitectura. Este año, la Unión Internacional de Arquitectos (UIA) ha establecido el tema "Diseño para la Fortaleza", un poderoso llamado a la acción que resuena profundamente con el enfoque de la ONU sobre la respuesta a crisis urbanas. En un mundo que enfrenta interrupciones ambientales y sociales sin precedentes, este tema nos desafía a ir más allá de soluciones temporales. Cabe preguntarse, ¿cómo pueden nuestros edificios y ciudades no solo resistir los impactos, sino también fomentar la equidad, la continuidad y la resiliencia?
Aunque el concepto de fortaleza en arquitectura puede evocar fácilmente imágenes de concreto reforzado y acero, está surgiendo una interpretación más profunda, una que define la fortaleza no como mera rigidez, sino como una capacidad holística para resistir y adaptarse. Esto incluye muchas facetas, desde la resiliencia ecológica y el cuidado hasta los conceptos duraderos de resiliencia social o la conservación de estructuras urbanas existentes, todas contribuyendo a un entorno construido más capaz de responder a la multitud de crisis que enfrentan las ciudades en todo el mundo.
Un groundscraper es esencialmente lo opuesto a un rascacielos: un gran edificio que se extiende horizontalmente hacia afuera en lugar de elevarse verticalmente hacia el cielo. Aunque no existe una definición estricta, los groundscrapers se describen generalmente como edificios extremadamente largos pero de poca altura con más de 92.000 metros cuadrados de espacio, a veces llamados sidescrapers o landscrapers. El término saltó a la fama con los planes de Google para su enorme sede en Londres valorada en 1.300 millones de dólares. Diseñado para tener solo 11 pisos de altura pero más de 300 metros de largo, este vasto bloque de oficinas personifica el uso de la expansión horizontal creando un inmenso espacio para miles de empleados.
La Comisión Europea y la Fundación Mies van der Rohe acaban de revelar a los 7 finalistas para el Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea - Premios Mies van der Rohe 2024. Hay 5 finalistas en la categoría de Arquitectura y 2 en la categoría Emergente. En marzo, el jurado visitará estas obras arquitectónicas y decidirá los proyectos ganadores que se anunciarán el 25 de abril en el CIVA en Bruselas.
Seleccionados por un jurado compuesto por 7 miembros: Frédéric Druot, Martin Braathen, Pippo Ciorra, Tinatin Gurgenidze, Adriana Krnáčová, Sala Makumbundu y Hrvoje Njiric, de una lista de 362 nominados, las "7 obras finalistas promueven referencias políticas locales y pueden convertirse en modelos europeos globales ya que todas crean entornos habitables inclusivos y de alta calidad."
En 2002, fui por primera vez a China, un año después de que el Comité Olímpico Internacional otorgara los Juegos Olímpicos de Verano de 2008 a Beijing. Ese viaje inicial fue sobre explorar la naturaleza, la gastronomía, los templos antiguos, los sitios arqueológicos y, en general, experimentar los estilos de vida en el país, principalmente fuera de sus ciudades más importantes. Fui motivado por la pura curiosidad de un turista occidental impulsado a ir a un país oriental en busca del mundo antiguo, de lo exótico, con la esperanza de vislumbrar una rica cultura tradicional en la cúspide de su inevitable transformación radical. En ese momento, no había arquitectura moderna -o más bien contemporánea- en China, sobre la de que hablar. Solo había los primeros indicios prometedores del desarrollo de un potencial lenguaje arquitectónico nuevo que estaba siendo emprendido por solo un puñado de arquitectos independientes casi completamente por debajo del radar.
El siglo XX marcó un cambio definitivo en el ámbito de la arquitectura, ya que el movimiento moderno se separó de los estilos de construcción tradicionales y fomentó la experimentación y la innovación. Con la ayuda de nuevos materiales y tecnologías, estos tiempos representan un momento crucial en la historia de la arquitectura, ya que tanto las ciudades como los estilos de construcción evolucionaron a un ritmo sin precedentes. Sin embargo, las estructuras que siguen en pie hoy en día están cerca de cumplir cien años. Sus características de diseño sobrio no siempre son aceptadas por el público, mientras que los principios funcionalistas a menudo dificultan la adaptabilidad de sus espacios interiores. Dado que también ocupan posiciones centrales dentro de la ciudad, cada vez hay más presión para demoler estas estructuras y desarrollar completamente el área.
La Comisión Europea y la Fundació Mies van der Rohe han anunciado los nominados al Premio de Arquitectura Contemporánea de la Unión Europea 2024 / Premios Mies van der Rohe (Premios EUmies). Se han seleccionado un total de 362 obras de arquitectura realizadas en 38 países europeos, lo que marca la primera etapa del 18º ciclo de los Premios EUmies. En la siguiente etapa, el jurado elegirá 40 proyectos destacados, seguido de visitas a los finalistas y entrevistas con los arquitectos, sus equipos y los clientes del proyecto.
Los Premios EUmies 2024 tienen como objetivo reconocer las mejores obras mejor en Europa realizadas entre abril de 2021 y mayo de 2023. La selección de proyectos refleja los cambios actuales dentro del contexto europeo, con una atención cada vez mayor a la conciencia ambiental, social y económica expresada a través de la arquitectura, el paisajismo, el urbanismo y el diseño. El jurado de este año está presidido por Frédéric Druot (París/Burdeos), que estará acompañado por Martin Braathen (Oslo), Pippo Ciorra (Roma), Tinatin Gurgenidze (Tbilisi/Berlín), Adriana Krnáčová (Praga), Sala Makumbundu (Luxemburgo) y Hrvoje Njiric (Zagreb).