Washington Square Park, Nueva York, NY, 2024. Imagen de Barrett Doherty, cortesía de The Cultural Landscape Foundation
Las protestas, la desobediencia civil y el disenso no solo son una parte definitoria de nuestra historia compartida desde la era colonial, sino que también continúan hasta el día de hoy en los campus, en convenciones políticas y en otros lugares. En este contexto, algunas marchas históricas, manifestaciones y otras acciones están consagradas en nuestra narrativa colectiva, mientras que otras han caído en el olvido. Sin embargo, los paisajes culturales que sirvieron como escenarios donde ocurrieron estos eventos aún existen. Estos lugares son el foco de Landslide 2024: Demonstration Grounds y un portal para volver a involucrarse con las historias de eventos poco conocidos o incluso olvidados que fueron fundamentales en la historia de los Estados Unidos. Los trece sitios diferentes en todo el país, representados en el nuevo informe y la exposición digital de The Cultural Landscape Foundation (TCLF), abordan eventos que moldearon a individuos y desataron movimientos.
El mundo post-pandemia ha experimentado transformaciones en diversos aspectos, entre ellos el turismo urbano y las nuevas modalidades de viaje. Con el auge del trabajo remoto y freelance, muchas personas ahora tienen la libertad de trasladarse entre ciudades sin necesidad de establecer una residencia fija. Esto ha convertido a bares, restaurantes y cafeterías en algo más que simples espacios de consumo: son ahora oficinas temporales y, en muchas ocasiones, escenarios para diversas actividades.
Por otro lado, las tiendas y espacios de retail han evolucionado para ofrecer algo más que la venta de productos o servicios. Se han convertido en parte de una experiencia de consumo integral, que conecta emocionalmente con los usuarios.
Las escenas iniciales de la premiada película brasileña “Ciudad de Dios” (2002) muestran un conjunto habitacional en la periferia de Río de Janeiro que, posteriormente, se convierte en un reducto de pobreza y violencia. A pesar de que la película transcurre en la década del 60, el conjunto habitacional elegido como escenario era un complejo recién construido.
Esta elección, de hecho, no hizo ninguna diferencia ya que, a pesar de los 40 años que separan la época retratada en la película y las filmaciones, las soluciones arquitectónicas utilizadas por los programas habitacionales en el país continuaron siendo las mismas, replicando modelos anticuados y evidenciando el estancamiento del sector.
Un año después del mega-incendio de Viña del Mar y a un escaso 26% de avance en las labores de reconstrucción de la zona, la oficina ELEMENTAL y las autoridades locales dieron inicio a la construcción de un proyecto de vivienda prefabricado en uno de los barrios residenciales más afectados por la catástrofe. Se trata de un edificio habitacional de densidad media y estructura metálica modular que pretende servir como punto de partida para otros proyectos similares, en respuesta a lo que se califica hoy como uno de los eventos más catastróficos en la historia reciente de Chile. El objetivo, declarado tanto por Alejandro Aravena como por la alcaldesa de la ciudad, Macarena Ripamonti, es que la tecnología y el modelo de gestión detrás de este proyecto sirva como precedente para entregar soluciones habitacionales rápidas y definitivas en escenarios de emergencia.