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Arquitectos: Jérôme Lapierre Architecte
- Año: 2025
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Fotografías:Maxime Brouillet
Descripción enviada por el equipo del proyecto. Ubicada en el municipio de Saint-Ferréol, Quebec, la segunda residencia se presenta como un refugio alejado de lo cotidiano, un lugar de escape que vive al tranquilo ritmo del bosque. El edificio existente lleva la impronta de una arquitectura inspirada en los chalets austriacos: un volumen compacto elevado, una base ligera, generosos voladizos en el techo y una fuerte presencia de madera. Estas cualidades, resaltadas y cuidadosamente reveladas, guiaron la integración y el diseño de la ampliación.
Situada entre el musgo y los abetos del sitio, la nueva adición ofrece un segundo aliento a la residencia existente mientras se une con contención. Continuando el lenguaje del edificio original, introduce una serie de sutiles referencias: un volumen elevado asentado sobre una base mínima, una reinterpretación del voladizo del techo y una materialidad contextual en la que se celebra la madera. A pesar de esta relación, la adición afirma su autonomía a través de una postura deliberadamente minimalista. Descansando sobre una losa estructural, reduce su huella para preservar los antiguos árboles y la integridad visual del sitio. El volumen se desliza entre los troncos con precisión coreografiada, preservando los abetos más cercanos cuyos extremos rozan la línea del techo del proyecto.
Un camino aéreo ligero separa discretamente la extensión del edificio principal, realzando la sensación de un pabellón suspendido en el dosel boreal. En el interior, la envoltura completamente acristalada se despliega entre la estructura expuesta y un piso de terracota, profundizando la conexión con el bosque. La habitación se transforma con las estaciones: completamente abierta en verano, se convierte en un espacio cerrado que respira con el viento y los árboles. Durante el invierno, se cierra y se condensa en un cálido capullo que evoca refugios forestales anidados entre coníferas cargadas de nieve.
Las paredes de vidrio generan un juego de reflejos que conversan con la vegetación circundante, dando la impresión de que las ramas se extienden directamente hacia el espacio. La inserción en el bosque es tan ajustada que crea proximidades notables, algunas ramas parecen lo suficientemente cerca para tocar desde dentro, intensificando la sensación de inmersión.
La estructura expuesta marca el ritmo del espacio e introduce una expresividad tectónica que abraza tanto la simplicidad como la claridad constructiva. Desprendida de la envoltura acristalada, crea una sutil separación que refuerza la idea de un lugar ligeramente suspendido entre los árboles, anclado simultáneamente en el bosque y apartado a través de un gesto arquitectónico deliberado. El resultado es un espacio donde la ligereza, la intimidad y la inmersión convergen, un lugar sintonizado con los cambiantes estados de ánimo del bosque y de quienes lo habitan.
