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Arquitectos: Studio Deng
- Área: 10 m²
- Año: 2025
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Fotografías:Paul Kozlowski
¿Y si cada objeto tuviera una lengua invisible? - La lengua de una columna, la lengua de una ventana, la lengua de un macizo de flores, cada una sintiendo silenciosamente el mundo a su alrededor, extendiendo su propia forma de saborear el espacio. La humedad del césped después de la lluvia, el umami de una suave brisa, la explosión eléctrica de los caramelos efervescentes o la rendición aterciopelada del queso fundido se convierten en momentos de sinestesia compartida, un recordatorio de que el gusto puede extenderse mucho más allá del cuerpo.
Para el Festival des Architectures Vives 2025 de Montpellier, Studio Deng fue seleccionado como uno de los equipos ganadores para activar el patio del Hôtel de Rozel. El sitio, un patio residencial compacto enmarcado por piedra histórica, requería una intervención que despertara curiosidad sin abrumar su escala íntima. A partir de la pregunta sobre la lengua invisible, Studio Deng imagina que cada objeto alberga su propio repositorio silencioso de recuerdos gustativos. La lengua catadora (The Tasting Tongue) da vida a esta idea, transformando la ventana del patio en una ficción sensorial inmersiva.
Una lengua metálica fluye desde el alféizar de la ventana y se despliega hacia el centro del patio, reflejando su entorno en su forma serpenteante. Ciento treinta papilas gustativas de cuatro tipos crecen de la lengua y se mecen suavemente con la brisa. Inspiradas en micrografías de papilas gustativas reales, cada forma única, caprichosa y suave simboliza un sabor - dulce, ácido, amargo y salado - invitando al tacto y despertando la imaginación.
La lengua catadora invita a los visitantes a seleccionar su propia papila gustativa e insertarla en la superficie metálica. Este gesto ritual amplifica el acto de degustar y permite a los visitantes usar sus cuerpos para sentir el espacio. A través de esta interacción, los visitantes aportan sus propias interpretaciones del sabor, participando en una percepción colectiva del patio, donde los objetos y los seres humanos comparten su imaginación sensorial para crear un archivo vivo de recuerdos gustativos. Los niños doblaron las papilas en nuevas formas; los vecinos regresaron para observar su evolución; los extraños compararon los "sabores" que añadieron. Estos comportamientos espontáneos convirtieron brevemente el patio en un escenario comunal.
Posteriormente, la instalación se trasladó a la sala de la cámara de un monasterio del siglo XIV durante Architecture en Fête, explorando cómo el desarrollo de la «lengua invisible» transforma y responde a un espacio histórico. Después de ambas exposiciones, todo el fieltro rosa y las láminas de metal se donaron a Children's Relay como materiales para la educación artística, prolongando así el viaje de la lengua.
