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Arquitectos: Bea Portabella + Jordi Pagès
- Área: 326 m²
- Año: 2024
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Fotografías:David Zarzoso
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Proveedores: Carl Hansen and Son, Gud Estudi, Heerenhuis Manufactuur, Santa and Cole, TRENAT, The Corner Studio, VitrA

Historia y carácter arquitectónico – Con más de un siglo de antigüedad, esta vivienda ha sido testigo de la evolución del pueblo. En sus inicios, fue el hogar del pescador del pueblo —posiblemente vinculado a la histórica Confraria de Pescadors de Cadaqués—, más tarde funcionó como hostal e incluso llegó a albergar, en su planta superior, una antigua caserna de la Guardia Civil.

Su estructura original, construida con muros de carga de piedra de 50 cm de espesor, conserva elementos tradicionales de la arquitectura local, como los forjados de vigas de madera en las plantas superiores y la bóveda catalana en la planta baja. Pese a su solidez, el paso del tiempo había dejado huella, y la rehabilitación exigía un delicado equilibrio entre conservación y renovación.

El proyecto abordó tanto la consolidación estructural como una reconfiguración completa de los espacios interiores, transformando una distribución fragmentada en un hogar funcional, luminoso y conectado con su entorno natural y cultural.


Una nueva distribución pensada para la luz y el aire – La casa se organiza en cuatro niveles. La planta baja, con su característico techo abovedado, se concibe como un espacio polivalente: puede funcionar como zona de juegos para los niños o como almacén para material náutico. Un pequeño patio —incorporado durante la reforma— permite ventilar e iluminar una habitación excavada en la roca original, añadiendo valor espacial y material.

En la primera planta se encuentran los espacios sociales: cocina, comedor y salón. La reforma incluyó la apertura de nuevos huecos en los muros de carga, estableciendo conexiones visuales entre las estancias y permitiendo que la luz natural fluya con libertad. Una gran abertura hacia el patio genera continuidad entre interior y exterior, y crea una atmósfera abierta, fresca y viva.

La segunda planta alberga los dormitorios y baños, espacios que priorizan la intimidad, la tranquilidad y el confort. La tercera planta se abre a la luz del Mediterráneo con una terraza soleada y vistas al mar, coronando la vivienda con un espacio de descanso privilegiado.



Materialidad: entre lo vernáculo y lo contemporáneo – Uno de los principales objetivos del proyecto fue la combinación de materiales tradicionales con una estética contemporánea. Se han recuperado baldosas cerámicas originales, que evocan la memoria del lugar, mientras que las paredes enlucidas con cal blanca refuerzan la atmósfera mediterránea y favorecen la transpirabilidad, una cualidad fundamental en climas húmedos como el de la costa ampurdanesa.


La madera de iroko —resistente, cálida y con gran presencia— se utiliza en carpinterías y mobiliario a medida, aportando un contrapunto matérico al blanco dominante. Este contraste otorga carácter, calidez y profundidad al interior.
















