

Descripción enviada por el equipo del proyecto. Se trata de un edificio comercial de carácter itinerante que marca el hito inicial de un desarrollo inmobiliario de gran escala en un contexto de barrio privado suburbano. Más que un espacio físico, la obra busca convertirse en un ámbito de experiencias, donde el visitante establezca un vínculo intangible con el producto que el desarrollo ofrecerá.

La interacción social para crear afinidad y la expectativa aspiracional constituyen su principal propósito, trascendiendo lo estrictamente material. Se concibe como un disparador: una pieza arquitectónica que conduce al visitante hacia la vivencia y proyección del futuro desarrollo en un contexto de piedemonte mendocino. Por ello, su permeabilidad y apertura visual potencian su vocación, invitando a descubrir y anticipar la vida que está por nacer en el lugar.

La condición itinerante responde a su función temporal: permanecerá activa durante la construcción del conjunto y, cumplido su cometido, será desmontada para dar paso a los nuevos espacios. Actúa así como piedra fundamental que, tras cumplir su función, se desmaterializa para dar inicio a la etapa definitiva del proyecto.

Su implantación, estratégicamente decidida en esquina, maximiza exposición y apertura, jerarquizando la relación con el contexto suburbano y social. Esta parcela, parte de un predio de aproximadamente 10.000 m² destinado al desarrollo, es de carácter transitorio, geometría rectangular y presenta una pendiente constante en el sentido de sus lados más cortos.

Su concepción modular y estructura metálica ligera —elegida por su rapidez de montaje y desmontaje— permiten elevarla sobre la rasante natural, generando un plano horizontal definido entre suelo y cubierta. La propuesta espacial articula tres ámbitos —descubierto (espacio público), semicubierto (espacio intermedio) y cubierto (espacio privado)— mediante carpinterías acristaladas, galerías y parasoles que, además de brindar resguardo ambiental, maximizan las relaciones entre ellos.




El plano de cubierta no se concibe como elemento pasivo: plegados y gestos verticales jerarquizan áreas programáticas y las convierten en hitos reconocibles desde el entorno, a la vez que acompañan la secuencia espacial y la transición entre escalas y planos.

En términos urbanos, la elevación respecto de la vereda y la calle genera un nuevo plano de relaciones sociales, al cual se accede por una escalera flotante que conduce al visitante a una cota distinta. La secuencia espacial —público a nivel, intermedio y privado elevados— encuentra en el espacio intermedio su núcleo vital, donde se favorece la interacción y el encuentro.

El interior, resuelto con mínimas divisiones, privilegia la flexibilidad y el concepto de planta libre para atender un programa sencillo: Recepción, Sala de Ventas, Sala de Reuniones y Servicios. En su expresión tectónica, el Visitor Center manifiesta un carácter modular, ligero y permeable, con estructura metálica, tonos neutros, tramas verticales, transparencias y reflejos. El conjunto establece una relación sinérgica con el lugar, equilibrando independencia e interdependencia entre lo orgánico y lo inorgánico.

En definitiva, el Visitor Center no solo anuncia un futuro desarrollo: lo anticipa, lo encarna y lo proyecta. Es una arquitectura efímera que vive en la expectativa y en la memoria, un puente entre el presente y lo que está por venir. Al retirarse, no dejará un vacío, sino un territorio cargado de sentido, donde cada visitante habrá trazado —aunque sea de forma intangible— su propia proyección de vida. Así, lo efímero se vuelve huella, y lo intangible, el verdadero material de este primer gesto fundacional.














