
Las condiciones inadecuadas de vida en un edificio desencadenan malestares e incluso patologías en el ser humano. Existen experimentos científicos que han demostrado que la falta de concentración e incluso los accidentes cotidianos están influenciados tanto por las altas como por las bajas temperaturas al interior de un espacio. Y aunque la sensibilidad térmica varía de persona a persona –dependiendo de su vestimenta, género, hábitos y edad–, los principios básicos detrás del confort térmico son universales. El confort térmico está determinado principalmente por la temperatura del aire y la humedad presente. En este sentido, el cuerpo humano busca mantener una temperatura corporal casi constante de 37°C, intercambiando calor continuamente con el medio ambiente.
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