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Arquitectos: Daniel Moreno Flores, La Cabina de la Curiosidad, Marie Combette
- Área: 49 m²
- Año: 2019





Los puentes y pasarelas son elementos de circulación horizontal que permiten establecer una conexión física entre los espacios interiores o exteriores de un proyecto para resolver su articulación y salvar, en algunos casos, los desniveles existentes entre los mismos. Estas estructuras suspendidas potencian las conexiones visuales entre los diferentes niveles y habilitan, a través de recorridos más dinámicos, la producción de secuencias intencionadas de encuadres.


Ecuador, por su clima y cualidades territoriales, posee una inmensa diversidad de bambús: tiene 6 géneros, y 42 especies identificadas, de las cuales 11 son endémicas. De todas ellas, la caña Guadua angustifolia es considerada la especie más importante en cuanto a su abundancia y propiedades físicas y mecánicas. El término indígena guadua fue empleado por las comunidades originarias de Ecuador y Colombia para designar a esta especie de “bambú nativo”, que luego sería rebautizado como “Guadua angustifolia” que significa “hoja angosta”–y taxonómicamente pertenece a la familia Poaceae y a la subfamilia Bambusoideae-. El uso de este material es tan antiguo que, según el libro ‘Nuevas técnicas de construcción en bambú’ (1978), en el Ecuador se han encontrado restos en construcciones que se estima tienen 9500 años de antigüedad.


Operar en entornos urbanos genera que, en la mayoría de los casos, debamos tomar decisiones respecto a las preexistencias materiales. El incremento en la densidad de las ciudades ha afectado directamente en el porcentaje de espacio que se encuentra libre para desarrollar construcciones nuevas e independientes, dando lugar a debates entorno a qué posición debemos tomar frente al patrimonio construido que ha quedado obsoleto -por su detrimento o por no poder responder a las necesidades funcionales de la población contemporánea-. En situaciones donde las construcciones se encuentran demasiado deterioradas o los nuevos proyectos distan mucho de las posibilidades espaciales que un edificio antiguo puede brindar, conservar únicamente la fachada -a modo de envolvente exterior, casi como un elemento epidérmico- puede presentarse como una solución parcial que permite preservar, en parte, el carácter urbano de una obra si esta posee algún valor público o cultural. La controversia surge, por supuesto, de la falta de relación o vínculo entre el interior –transformado- y el exterior –conservado-.