Monumentos en crisis: del héroe de la patria al quiltro

Durante ya más de 80 días de protesta, nuestras calles y edificios se bañan día a día en frases, afiches, ilustraciones, y un sin fín de material visual alusivo a las demandas sociales de un país que dice haber despertado de un letargo de 30 años. Mientras eso ocurre, monumentos públicos a lo largo de Chile son rayados, modificados, destruidos o removidos de sus lugares originales siendo el  blanco predilecto de los manifestantes, o como dice el Diario El Mercurio1, de los “vándalos”.

Fachada GAM, Santiago, Noviembre 2019. Image © Beatriz Coeffé Boitano

Según el Consejo de Monumentos Nacionales, más de 150 monumentos públicos han sido dañados o alterados a nivel nacional. Entre ellos el “Soldado”, estatua que se ubicaba al frente de la del General Manuel Baquedano sobre su caballo y que a dos semanas del estallido social fue abatido por una turba. Dos semanas después, en Concepción, la estatua de Pedro de Valdivia fue atada por cuerdas y derribada por una multitud, que tras su caída aplaudió el hecho. Al otro lado de la plaza, la estatua de Lautaro no corrió la misma suerte. En Arica, una escultura de piedra en honor a Cristóbal Colón fue destruida, y en La Serena el mismo destino lo tuvo la estatua de Francisco de Aguirre. ¿Qué tienen en común todos estos monumentos?

Los monumentos públicos más dañados son en general representativos de un estado colonial y post-colonial; españoles, militares chilenos, o miembros de la iglesia católica. En general figuras masculinas adultas, líderes políticos y religiosos, o héroes de la patria. El género de los monumentos de personas, al cual pertenecen la mayoría de los siniestrados, tienen una larga historia, y no es primera vez que son cuestionados y puestos en crisis. Tras la segunda guerra mundial en Europa ya se reflexionaba acerca de la pertinencia de valorar individuos por sobre la representación de comunidades y esfuerzos o sufrimientos comunes. Del mismo modo se cuestionaba la representación figurativa en contraste con la abstracción que tiende a unificar pesares comunes de las naciones y víctimas de las guerras.

Monumento a Carlos Condell, Plaza Anibal Pinto, Valparaíso . Image © Beatriz Coeffé Boitano

Con la apertura de información antes clasificada, se ha podido conocer parte desconocida de la vida de reconocidos héroes o líderes sociales, muchas veces saliendo a la luz comportamientos inapropiados, maltrato y violencia a sus cercanos. Sumado a la masificación, alcance y velocidad de las comunicaciones, se ha puesto en crisis la imagen antes venerada de personajes como Churchill, Neruda, Weinstein, entre otros. Por otra parte, no es novedad que durante una crisis social se derroquen o sepulten imágenes instauradas en el pasado que están descontextualizadas de la realidad. La antigua práctica española de construir iglesias sobre antiguos templos prehispánicos, el retiro de muchas de las esculturas de Stalin en el proceso de desestalinización, o el derribamiento de la estatua de Saddam Hussein en Bagdad en 2003, son manifestaciones de un descontento generalizado con esas representaciones y una necesidad de transformación a través de ellas. Según Schult2, tras 1960 la percepción de los monumentos de personas era vista como anacrónica, antidemocrática y una demostración de poder. Se generó entonces, una crítica generalizada en cuanto a la pertinencia de estos monumentos en las sociedades democráticas.

Sin quizás un plan consensuado, lo que ha sucedido con los monumentos públicos en Chile responde a esta visión. Durante el estallido social las tradicionales esculturas de bronce ubicadas estratégicamente en las ciudades pierden sentido y valor, mientras comienzan a emerger emblemas intangibles, temporales y sin dirección fija. Entre estos símbolos intangibles aparece el perro “matapacos”, el cual representa a un quiltro; perro genérico, mestizo, sobreviviente de los avatares de la ciudad, amigo de los transeúntes y vagabundos, cholo, sin género, identitario de las calles y plazas de nuestro país. Por otra parte, emerge la performance de Las Tesis, grupo que al estilo flashmob interpreta “Un violador en tu camino”. Esta canción ya convertida en un himno mundial, se canta y baila en grupos de niñas, jóvenes y adultas, con los ojos vendados, sin nombres, sin jerarquías, el feminismo de esta forma recuerda lo transversal y paritario de sus principios. Otros símbolos como Pikachu, Spiderman y Pareman personifican nuevos imaginarios, líderes ocultos que avivan las protestas semana a semana.

Escultura Matapacos, Plaza de la Aviación, Santiago, Diciembre 2019. Image © Beatriz Coeffé Boitano

Según Alois Riegl3 el fin último de los monumentos es “mantener hazañas o destinos individuales (o un conjunto de estos) siempre vivos y presentes en la conciencia de las generaciones venideras”.Bajo esta definición, cabe entonces preguntarse si ¿Son estos nuevos símbolos intangibles merecedores de la denominación de monumento público? Y por otra parte, los monumentos públicos dañados y removidos, ¿deben ser restaurados y reintegrados a la ciudad? La memoria colectiva es fundamental para la interpretación histórica, sin embargo ella no está asociada exclusivamente a los recuerdos, sino que también al olvido, el cual permite que el sistema no colapse o se bloquee por la acumulación de información. En este sentido, podríamos entender la destrucción y daño de las obras en cuestión como un proceso inherente al ser humano, en el cual es necesario desestimar ciertas imágenes para incorporar nuevas.

La arquitectura desempeña un rol fundamental en estos procesos de construcción y deconstrucción de la memoria, según Mark Crinson4 la ciudad es el lugar donde se almacenan objetos y prácticas que permiten recordar el pasado de manera secuencial. Entender entonces, la ciudad como el locus de la memoria colectiva, da particular relevancia a la discusión sobre la preservación de los iconos actuales.

Monumento al General Baquedano, Santiago, Noviembre 2019. Image © Rodrigo Vera

La arquitectura y la ciudad deben entenderse como entidades dinámicas que se despliegan no sólo como escenografía, sino que también como elementos que interactúan activamente con los seres humanos en el proceso de recordar y olvidar. Lo que recordamos como Plaza Baquedano (Santiago) o Plaza Aníbal Pinto (Valparaíso) jamás volverá a ser lo mismo tras las protestas, no solo para quienes transitan o viven en esos lugares, sino para cualquiera que ha sido espectador a través de los medios de los acontecimientos sucedidos ahí. Del mismo modo en que esas imágenes de la ciudad se han transformado, es que las piezas de memoria instaladas en el pasado deberían transformarse en cuerpos nómadas, que pueden itinerar en la ciudad, o incluso ser puestas en valor en un archivo histórico, como lo hace Giselle Beiguelman en su proyecto “Memoria de Amnesia” en São Paulo. El espacio público que a finales del s.XIX fue pensado para la admiración de piezas escultóricas que honraban individuos, debe ser repensado y transformado de forma participativa y a través de los ideales de las actuales demandas; dignidad, equidad, justicia. La memoria colectiva impacta en nuestra vida cotidiana; nuestras experiencias y actitudes en el presente dependen en gran medida de nuestro conocimiento del pasado, como también influyen en la forma en que esperamos e imaginamos el futuro de nuestra sociedad.

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1Espinoza, N. (2019, noviembre 3). Vándalos arrancan «Soldado» de Monumento a Baquedano, le rompen brazo y parten su fusil. El Mercurio.
2Schult, T. (2009). A Hero’s Many Faces: Raoul Wallenberg in Contemporary Monuments. Springer.
3Riegl, A. (1987). El culto moderno a los monumentos. La balsa de la medusa.
4Crinson, M. (2005). Urban Memory: History and Amnesia in the Modern City. Routledge.http://ebookcentral.proquest.com/lib/kcl/detail.action?docID=243357

Sobre este autor/a
Cita: Beatriz Coeffé Boitano. "Monumentos en crisis: del héroe de la patria al quiltro" 09 ene 2020. ArchDaily en Español. Accedido el . <https://www.archdaily.cl/cl/931612/monumentos-en-crisis-del-heroe-de-la-patria-al-quiltro> ISSN 0719-8914

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